Enrique García-Agulló
La Constitución y el canto del cisne
Me da a mí, y posiblemente a algunos más, que nuestra Constitución de 1978, como las cosas no cambien y se reconduzcan, tiene ya los días contados
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Contaban los griegos que el cisne , llegada que era la hora de su muerte, entonaba una hermosa canción después de que durante toda su vida hubiera permanecido en silencio y yo les traigo a ustedes la evocación de tan bella metáfora narrada desde ... la antigua Grecia por fabulistas, autores teatrales y hasta filósofos completamente subyugados por esta fantástica historia porque me da a mí, y posiblemente a algunos más, que nuestra Constitución de 1978 , como las cosas no cambien y se reconduzcan, tiene ya los días contados .
Tampoco es tan determinante que en España se cambie la Constitución porque, desde la que en Cádiz se proclamara en 1812, se han ido sucediendo al menos seis más en 1837, 1845, 1869, 1876, 1931 y 1978, y eso sin meter en la lista a situaciones tan insólitas como la de 1808 como el Estatuto de Bayona y las Leyes Fundamentales del Reino de 1967 que sustentaran el régimen franquista.
Tampoco es como para que nos deba dar esto mucha preocupación porque, entre nuestros vecinos más próximos, franceses y portugueses cuentan en su historia con muchos cambios más, yendo los galos al mayor número de modificaciones desde su primera Constitución de 1791-1793 hasta la de 1958 pasando por muchos episodios según se sucedieran monarquías, imperios o repúblicas, prácticamente más de una decena de textos, o los portugueses que ya llevan seis, si no voy errado.
Al otro lado de espejo, una Alemania con tres grandes textos de singular importancia en su historia, Italia con la de 1948, el Reino Unido que aún no la ha escrito o los Estados Unidos de Norteamérica que mantienen su primitivo texto de 1787 con sus veintisiete enmiendas, eso sin entrar en el prolijo mundo constitucional de nuestros países hermanos americanos.
El Título X de nuestra actual Constitución de 1978 trata de la reforma constitucional, aunque sí existe en mucha gente inquietud e incertidumbre por cómo estamos vislumbrando esos posibles cambios que aquí pasa por el compadreo político que se viene dando por el gobierno y sus socios.
Cuento esto porque en este fin de semana tres son los nombres que han sonado con solemne veneración en nuestro constitucional Oratorio de San Felipe Neri, el de nuestro querido José Pedro Pérez-Llorca que da nombre al I Premio que en su memoria otorga el Colegio de Abogados de Cádiz y el de los dos padres constitucionales que aún nos quedan vivos, Miquel Roca Junyent y Miguel Herrero Rodríguez de Miñón. ¿Oiremos cantar al cisne? No será ni por ellos ni por el espíritu de quienes con ellos compartieron parlamento. Me ha gustado oírlo.