Enrique García-Agulló
Autonomías para bien y para mal
El problema de España no es tanto cómo se gobierna sino cómo se gasta, con qué alegría se aumenta la deuda pública
Se queja parte del personal de las Autonomías y, tal como se han ido desarrollando, quizás algunos tengan hasta razón, pero, en su esencia, están siendo oportunas y concernientes. Un avance de la Transición, una propuesta de los redactores de la Constitución para entendernos desde ... la diversidad y administrarnos desde la proximidad, aunque, eso sí, algunas están haciendo un uso perverso de las mismas construyendo su fortín sin ocultar sus ínfulas étnicas en sus ansiados separatismos porque, en su día, no fueron refrenados por quienes tuvieron responsabilidades de gobierno, que estuvieron más pendientes de la necesidad de ceder en lo más por los votos necesarios para mantenerse en Moncloa, que del bienestar de los españoles.
Más allá del sentir la patria común e indivisible, Rodríguez lo explosionó con aquel regalo a los catalanes de su estatuto, Rajoy no acertó con lo de sus rebeldías y Sánchez ha disparado hacia la incertidumbre de manera exponencial en una suerte de ‘halloween’ con todos esos trucos y tratos con quienes no creen ni en la España territorial ni en la España democrática.
Pero las Autonomías, en esta trágica historia que nos ha tocado pasar con lo del covid, sí que han funcionado, han tratado de coordinarse cada una desde sus convencimientos médicos y científicos y, cuando las cosas se pusieron tan mal, también cada una hizo en lo que pudo su labor para atender la sanidad de su población. Programaron y practicaron las vacunas y adoptaron medidas de convivencia aunque, a veces, alguna fuera tumbada por sus Tribunales Superiores, pero la cosa, en definitiva, gracias a esos esfuerzos, cambió una barbaridad.
El Gobierno Central, sin embargo, decepcionó, dejó que desear. Mucha publicidad con comparecencias de funcionarios uniformados o no, presencias a la prensa de Sánchez que no daban aire de rueda de prensa libres de ninguna manera acotando las preguntas de los periodistas y poco más, si no fuera lo del Licenciado Simón y el Ministro Illa, que dicho así, más hace pensar en un título de una zarzuela que en una gestión profesional. Bueno, sí, se montó la logística para traer y repartir las vacunas que habían sido negociadas y compradas por la Unión Europea con aquel impacto visual de la gran pegatina amarilla delo gobierno bien visible en las cajas que nos iban llegando desde Bruselas.
Lo digo porque otra vez más, inconcebible en un estado serio de derecho, los Altos Tribunales han tenido que poner mala nota al Gobierno de Pedro Sánchez. Sentencia tras otra.
Las Autonomías, en este estreno forzado, han demostrado ser útiles para la Nación, haciendo exclusión, eso sí, de quienes hacen execrable uso de las mismas para sus conveniencias. Ahora queda el gran paso, demostrar a la sociedad que pueden gobernar sin gastar tanto, ajustando presupuestos con gasto público bien ponderado e impuestos adecuados.
El problema de España no es tanto cómo se gobierna sino cómo se gasta, con qué alegría se aumenta la deuda pública y que no haya ningún propósito de disminuir el gasto de los poderes públicos, gasto y deuda a los que algún día, y ya no tan lejos, tendrá que enfrentarse la sociedad mientras que, como en este fin de semana, se cierne sobre nosotros un gran nubarrón en forma de inflación galopante con ese alza alarmante de precios que suben casi al minuto el combustible, el gas o la electricidad.
Ver comentarios