Enrique García-Agulló
La K
¿Se imaginan un Kádiz de la Konstitución o que en la calle cante un Koro de Karnaval?
Con esta terrible y dolorosa pandemia que tanto nos hace sufrir, a la hora de buscar entretenimientos en el largo confinamiento, me empeñé con afán en hacer crucigramas , que no otros pasatiempos de cifras y números que no me atraen nada, quizás por ... mi formación como Bachiller en Letras en la que, después de los años comunes de latín con los de Ciencias, los de Letras seguíamos tres años más de latín a los que se sumaban otros tres de griego clásico. Esta circunstancia nos hizo reír muchas veces a mi buen e inolvidable amigo José Pedro Pérez-Llorca y a mí cuando intercalábamos algún latinajo en esos encuentros quincenales que manteníamos junto a nuestras esposas, encuentros gratos, serenos y analíticos que por tristes circunstancias han tenido que devenir en encuentros de tres que no de cuatro, aunque debo confesar que mi capacidad de enhebrar una conversación de tal guisa no pudo ir nunca más allá, ni tan siquiera, de la que atribuía a aquel pobre personaje de los 'fraticcelli' en 'El nombre de la rosa', Umberto Eco.
Hay crucigramas, según sea quien los publique, de más complicada gestión que otros hasta que se les coge el tranquillo. Unos abusan de nombres de actores y actrices, cantantes o personajes de la televisión. Otros adolecen de un discutible sentido de humor de sus autores en los que encontrar la palabra adecuada exige una concienzuda exploración por sus irónicas definiciones. U otros mosquean algo más porque cuando no encuentra el autor cómo cruzar las palabras aporta al crucigrama ríos, montes, bebidas o árboles de cualquier rincón del planeta pero, de entre las más variadas definiciones que me ha tocado completar, hoy les señalo la de esas dos casillas por rellenar que tantas veces señalan nombre de letra y nos sale 'ka por K' o 'ce por C' .
Me quiero referir hoy al abuso de la letra K , todo un ejercicio constante de desmonte de la ortografía para los que hablamos español o, más constitucionalmente, hablamos castellano, como por mor del consenso definieron nuestros 'patres conscripti' del 78 la lengua oficial del estado que nos ha convertido a los españoles en los únicos hispanoparlantes del mundo que no hablamos español, sino castellano.
Confieso que me tiene superado la letra K con ese auge exponencial por quienes la imponen por encima de la C para querer sentirse distintos y mejores que los demás, caso de los 'antisistemas' dando fuerte con la K y obviando toda clase de C que se le ponga por delante, de manera que, si allanamiento de morada suena a delito, 'okupación' de una vivienda ajena suene a conquista social.
¿Se imaginan un Kádiz de la Konstitución o que en la calle cante un Koro de Karnaval? Aunque Cádiz tenga un alcalde que creció con la K y tenga todo su derecho a querer que así se le conozca, cambiar cuando no vale la C por la K es buscar 'empoderarla' más allá de lo que valga, (ya saben, del inglés 'to empower'...), y darle una mayor presión sobre la pobre C, la del consenso, la C de cordura que es la C de corazón o también la C de construcción y de compañero . Valga esa K para traer a nuestro idioma voces ajenas como kilómetro o kirieleisón pero, en lo social, ya les digo, en lo político, me suena a imposición. Me suena a algo contra algo. Me suena a Komintern o a Ku Klux Klan, ese deleznable mundo de supremacistas blancos americanos obsesionados hasta lo más con su KKK para distinguir sus blancas pieles de las más oscuras de los hijos de la esclavitud.
P.S.- A los que les preocupa tanto cambiar el nombre del estadio sólo comentarles que, en el país vasco, de donde viene el apellido Carranza, éste se escribe con K, Karrantza Harana, Valle de Carranza, oeste de Vizcaya .