El Apunte
El enero menos dañino para el paro
Aunque las cifras globales sean alarmantes y ningún incremento sea positivo, sobrevive la esperanza
En un territorio como Cádiz está ya todo dicho y todo escrito con respecto al paro. Somos expertos internacionales en desempleo, en analizar cifras y lamentar su evolución. Controlamos todos los aspectos de este fenómeno social excepto sus causas y soluciones. De lo contrario, se habrían aplicado remedios, alivios, en los últimos 30 años. Pero en manejar sus números y porcentajes tenemos un auténtico doctorado, el que dan tantas décadas a la cabeza del triste ranking en Andalucía, España y Europa. Así que ya sabemos que enero es un mal mes por tradición.
Los contratos temporales de comercio y hostelería que propició la campaña navideña quizá el peor mes del año para el empleo, con el fin de los contratos de la temporada de Navidad llega el final de muchos empleos temporales. Hasta a esos vaivenes del sector servicios (tan notables en Semana Santa y, sobre todo, verano) estamos habituados ya. Están previstos y descontados. Pero conviene tener presente que la situación mejora. Poco, lentamente y dentro de unos números aterradores en la provincia de Cádiz, pero mejora notablemente respecto al mismo mes de hace un año y del anterior. Como ya se han encargado de traducirnos los expertos es el enero «menos malo» en muchos años y a esa esperanza habrá que agarrarse.
Así, en la provincia de Cádiz las listas de demandantes de empleo se han visto incrementadas en 505 personas, es la menor subida en una década. La cifra, aunque sea negativa y en un paisaje muy duro desde hace muchos años, viene a confirmar que la recuperación es sólida. Por contradictorio que parezca y aunque los efectos aún no lleguen con la intensidad deseada a las familias, los números son mucho menos rojos que durante todo la primera mitad de la década. Para confirmar esta esperanza, habrá que esperar a que termine febrero. En cualquier caso, pase lo que pase, es imprescindible tener siempre presente que la cifra de demandantes aún es demasiado elevada como para dejar de trabajar de forma obsesiva. Casi 185.000 personas registradas en una provincia cuya población activa ronda las 700.000 es un drama sin paliativos.