La vida no vale nada
'La ley de Teherán' es una película agobiante, represiva, en que la policía no se anda con remilgos y coacciona por igual a todo aquel que consideren sospechoso
Esta semana vi “La ley de Teherán”, una película que describe el creciente número de adictos al crack en Irán, sobrepasando los seis millones y medio de personas.
Para las autoridades da lo mismo que lleves encima 30 gramos de droga o 50 kilos. La ... condena es la misma. Por eso los narcotraficantes se juegan la vida distribuyendo grandes cantidades de estupefacientes cuyos consumidores han subido de manera exponencial en los últimos años. El año pasado fueron ajusticiadas 221 personas y solo menos de cien no eran narcotraficantes. “La ley de Teherán” es un thriller con impactantes escenas de persecuciones por los suburbios de la capital iraní ,donde miles de personas sobreviven en condiciones infrahumanas y donde la policía aparece con amplios dispositivos para detener a todo aquel que encuentran con una sustancia prohibida.
Es una película agobiante, represiva, en que la policía no se anda con remilgos y coacciona por igual a todo aquel que consideren sospechoso. Resultan impactantes las primeras secuencias de detenciones y persecuciones, pero mayor son aún los hacinamientos en las comisarías a la espera de juicio. Al final a muchos de los detenidos les espera la pena de muerte en una plaza pública, un tema cada vez más abordado por los cineastas de este país como fue el caso de “La vida de los demás”, galardonada en 2020 en Berlín , con cuatro historias ligeramente relacionadas, centradas en personajes vinculados con la ejecución de presos, desde un verdugo a familiares de las víctimas.
Muy recientemente he visto también “El perdón” en que una mujer se enfrenta sola con su hija a la sociedad iraní después de que su marido fuera ajusticiado por un crimen que no cometió. Así en este cine apreciamos el peso opresor de la religión, el machismo ,el sentimiento de culpa, la mentira, pero también la venganza, el miedo y el odio como aprecié en “Yalda. La noche del perdón”, cuya protagonista, condenada a muerte, tiene una última oportunidad en un reality televisivo donde los espectadores apoyarán o no su absolución, aunque la última palabra, la tendrá los herederos de la víctima. Un programa de televisión que fue real y tenía millones de espectadores.
El cine nos muestra una condena que en pleno siglo XXI sigue aplicándose en 60 países. La pena de muerte continúa en vigor en Estados Unidos que ha dado muestra de ello en numerosas películas algunas del nivel de “Quiero morir”, “La milla verde” o “Pena de muerte”.
Aquí en España Lui G. Berlanga dirigió con “El verdugo” el mayor alegato hecho jamás contra la pena de muerte. No puedes evitar más de una sonrisa, pero al mismo eres consciente de que el garrote vil va a acabar con la vida de un hombre culpable o no, de los delitos que se le imputen. Berlanga se decantó por la comedia como antes hiciera Howard Hawks con “Luna Nueva” y después Billy Wilder con “Primera plana”.
No importa el formato, ni el género ,lo que importa es saber que en países como Irán la pena de muerte campa a sus anchas y hay directores que, a pesar de la represión y la censura que soportan, siguen denunciándola en su cine. La vida no tiene precio.