Eduardo Moyano
Spencer: La tristeza de la princesa
La Diana de 'Spencer', no tiene sentimiento de culpa, si acaso de arrepentimiento por haber entrado a formar parte de la Familia Real Británica
Al chileno Pablo Larraín, que diseccionó como nadie la sociedad de su país en títulos como “No” o “El Club” , hace ya algunos años que le atraen los personajes femeninos mediáticos como es el caso de su última película “Spencer” que estrena unos años después ... de que mostrase la figura de Jacqueline Kennedy, después Onassis, en “Jackie”.
Incluso “Ema”, describe a un personaje femenino empoderado que decide devolver a los servicios sociales el niño que ella misma adoptó porque de alguna manera coarta su trayectoria profesional. Una mujer descolocada en su papel de madre que le lleva a la ruptura de pareja, a las relaciones esporádicas con otros hombres y a un creciente sentimiento de culpa.
La Diana de “Spencer”, no tiene sentimiento de culpa, si acaso de arrepentimiento por haber entrado a formar parte de la Familia Real Británica. Es una mujer que quiere ser libre y huir de un entorno que le resulta tóxico. La actriz Kristen Stewart, mimetiza la princesa, sus gestos, sus miradas, sus silencios nos hacen recordar a aquella mujer que falleció trágicamente en las calles de París. Su actuación la lleva camino del Oscar.
“Spencer” es la película de los pequeños detalles ,de la minuciosidad con la que Pablo Larraín concibe sus historias, en este caso, situándonos en la majestuosa mansión de Sandringham, en la que la familia real británica pasa tradicionalmente las Navidades. Hay una formalidad agobiante que Diana soporta cada vez menos. Los invitados deben pesarse nada más llegar porque la tradición indica que, cuanto menos. engorden un kilo y medio cuando terminen las fiestas; deben estar sentados en la mesa antes de que lo haga la Reina Isabel; la ropa para cada ocasión está ya establecida, las cortinas deben estar echadas para que no haya posibilidad de que los fotografíen en la intimidad; deben preparase para la caza del faisán, pero sobre todo no deben quejarse, aceptar la tradición que incluye el frío intenso que hay en la mansión , como si los fantasmas pululasen por su interior. Diana está obsesionada con Ana Bolena ,como si le fuese a ocurrir lo mismo que a ella y fuese ajusticiada. No quiere llevar el titulo de Diana de Galles y si el de Diana Spencer , de la niña que fue, a pocos metros de la finca donde se siente prisionera y en la casa de su familia, ahora semiderruida. Quiere recuperar la memoria para volver a ser feliz.
“Spencer” ,con un guion excelente de Steven Knight (“Promesas del este”), no es un “biopic” al uso, porque los personajes vagan libremente en la imaginación de los creadores. Si vemos el amor que Diana profesa a sus hijos; el trato cercano con el servicio o con su asistente, a la que considera su amiga y confidente. Fueron las últimas fiestas navideñas de Diana con los Windsor antes de su divorcio, harta de las infidelidades del príncipe Carlos.
“Spencer” es una película arriesgada porque podría haberse quedado en una caricatura de los personajes y sin embargo resalta por la cuidada puesta en escena y lo preciosista y pausado de su relato. Diana es una mujer atormentada, que vive una profunda soledad en un lugar en que todos los personajes parecen deslizarse como fantasmas, sin que se escuchen los sonidos.
“Spencer”, no es la Diana que interpretara hace unos años Natalie Portman, ni actualmente Emma Corrin en la serie “The Crown”, porque Kristen Stewart sobrecoge con esa voz tan particular, sus movimientos, sus tímidas miradas y el cuidado vestuario que nos trae a la memoria a una mujer que seguimos viendo cercana a pesar de que falleció hace ya veinticuatro años.
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