Eduardo Moyano
Un dandy llamado Francisco Umbral
Pasados los años tuve ocasión de entrevistarle varias veces para RNE a raíz de la publicación de alguno de sus libros

Allá por principios de los setenta del siglo pasado, los artículos de Francisco Umbral trajeron un aire fresco al periodismo español. Eran preludio de la nueva etapa que se avecinaba en nuestro país tras la muerte de Franco y el inicio de la transición política ... hacia la democracia.
Durante mis prácticas en Cádiz esperaba con ansiedad cada uno de sus artículos para llevar a cabo las pertinentes correcciones, labor a la que me había ofrecido, independientemente, de mi trabajo como redactor.
Me gustaba su lenguaje ágil, rico en vocabulario, directo y al que no faltaba un tono ácido, irónico y en muchas ocasiones, sarcástico.
Pasados los años tuve ocasión de entrevistarle varias veces para RNE a raíz de la publicación de alguno de sus libros que, siempre, presentaba en el restaurante Lhardy, acompañado de un potente cocido madrileño.
Ahora trece años después de su muerte apenas se habla de él. Parece que su gloria fue efímera y que el mundo que le rodeaba se fue diluyendo lentamente. Sus artículos en «EL País» eran esperados y temidos por todos y cuando en 1989 se fue a «El Mundo» fue directo: «me fui porque me pagaban más». Umbral, madrileño, aunque vallisoletano en su infancia ,apadrinado en sus inicios por el propio Miguel Delibes , acabó escribiendo 110 libros y 135.000 artículos.
Es lo que cuentan Alberto Ortega y Charlie Arnaiz que codirigen «Anatomía de un dandy en que minuciosamente ahondan en la personalidad de Francisco Umbral tanto con testimonios de archivo, en la voz del propio autor, como en las opiniones de muchos que le conocieron de cerca, incluyendo a su viuda, María España. Su voz y la de otros describen sombras y luces del escritor y lo hacen a través de los seis capítulos en que está estructurado el documental y que coinciden con algunas de sus obras más relevantes como «La noche en que llegué al Café Gijón», «Diario de un esnob» o «Mortal y rosa» . Fue en este último libro donde Umbral mostró su amargura y desencanto tras la muerte de su hijo a causa de una enfermedad, cuando tan solo contaba cinco años. Hay un antes y un después de aquel trágico episodio en su vida. Fue siempre , eso sí, aquel muchachito alto, rubio, que llegó a Madrid procedente de Valladolid porque quería ser poeta y sentirse Valle Inclán, Larra u Oscar Wilde. Se disfrazaba desafiando. Se hizo una imagen exterior e interior porque «si no te la haces tú, te la hacen « y dejó su propio testamento:» No creáis nada de lo que diga y de lo que escriba. Soy un farsante»