Eduardo Moyano
La campiña atrae a los franceses
París no se olvida fácilmente, pero, de vez en cuando, conviene que el cine francés se olvide de sus calles, sus bulevares, sus tejados
París no se olvida fácilmente, pero, de vez en cuando, conviene que el cine francés se olvide de sus calles, sus bulevares, sus tejados de pizarra, sus jardines, sus monumentos para llevarnos a respirar un poco de aire en la campiña, ahora que, como consecuencia ... del covid-19 y en particular por el confinamiento que vivimos durante dos meses, se buscan viviendas alejadas de la gran ciudad, más abiertas a la naturaleza.
Hace ya muchos años, en 1984, Bertrand Tavernier nos invitó a pasar ‘Un domingo en el campo’, en un ejercicio pleno de sensibilidad y belleza, con la familia como fondo y la palabra, la conversación sobre la relación entre la vida y el arte acompañándonos durante toda la narración.
En las últimas semanas he visto tres películas francesas situadas en ambientes rurales. Todas responden a escenarios distintos, pero tienen el denominador común de hacer invisibles a las ciudades.
Esta semana se estrena la más bucólica de las tres ‘Una veterinaria en la Borgoña’ una comedia agradable de ver, intrascendente que no veríamos con desagrado si nos la pusieran en una sesión de tarde de fin de semana, aunque eso no quiera decir que renunciemos a la sala oscura.
Desde luego no es una historia nueva ni muy original, pero resulta fácil de ver en estos tiempos en que buscamos una manera de evadirnos de todas las derivaciones que trae consigo el covid 19.
Está llena de tópicos. Joven investigadora, con una carrera brillante por delante, se va a la Borgoña, al pueblecito en que vivió, para hacerse cargo durante el verano, junto al titular de la clínica veterinaria de todos los animales de la zona, incluidos los caracoles. No falta el amor y alguna que otra actitud machista, pero , ya digo, no hay violencia ni nada desagradable que no nos invite a pasar unos días de campo.
Una película muy diferente a las otras dos apuestas rurales francesas de las últimas semanas, aunque los animales también son los protagonistas : ‘El horizonte’ nos lleva al último tercio del siglo pasado para hablarnos de granjas y pollos que, apenas resisten, a los estragos de una ola de calor .
Un drama rural en que se ponía más énfasis en el periodo de iniciación de un adolescente; las relaciones de pareja y buenas dosis de pasión acompasada al sonido de las cigarras. El tercer título ‘La nube’, en cambio, muestra una mujer empoderada luchando contra todo y todos para sacar adelante un criadero de saltamontes que se vislumbra como un alimento de futuro por su gran poder proteico.
Aquí del drama rural se pasaba al terror porque los saltamontes, como el que no quiere la cosa, se van haciendo con el poder y ya sabemos por otras experiencias cinematográficas como ‘La mosca’, ‘Cuando ruge la marabunta’ o ‘Los pájaros’, sin ir más lejos, lo que ocurre cuando rompemos su hábitat natural o tratamos de modificarlos genéticamente.
De lo que estoy seguro es que no habrá muchos partidarios de cambiar los saltamontes por camarones.