El Apunte - Opinión

El drama vuelve al estrecho

La aparición de los inmigrantes muertos confirma que la tragedia se trasladó pero nunca desapareció

LA VOZ

Los residentes en la provincia hace años que viven en la vanguardia, en la primera trinchera, de una batalla social despiadada e interminable. Por la zona del mundo en la que habitan, hace mucho que ven llegar la desesperación a sus orillas, incluso en las playas -en el ahora distante verano- se mezcla el disfrute de unos con la desesperación de otros. Ahora, ese fenómeno se ha generalizado en otras costas, en Grecia, antes en Italia, y la alarma se ha quedado encendida durante semanas, meses.

La reaparición de los cuerpos sin vida de de inmigrantes en aguas del Estrecho, ocupantes de las célebres pateras, o de lanchas hinchables de juguete, hace más de dos décadas que ofrece un trágico recuento diario. Esa tragedia, que parecía desplazada ahora a otros puntos del mapa, al Mediterráneo que toca el Sur de Italia o Grecia, ha vuelto a demostrar que nunca se fue de aquí. Después de unos años -2012, 2013 y 2014- en los que se habló de un incremento de hasta el 300% (con la célebre avalancha en Tarifa), los expertos, asociaciones y profesionales dicen que la vía del Estrecho pierde protagonismo. Al parecer, ha pasado a ser considerada demasiado vigilada, «quemada», arriesgada, difícil y cara. Las mafias que revientan a estos desesperados fingiendo ayudarles prefieren ahora el Mar de Alborán, por no hablar de la constante vía griega o, sobre todo, la italiana con el dramático símbolo de Lampedusa.

Pero esta nueva situación no debe confundir a nadie. Seguirán pasando por el Estrecho de Gibraltar, seguirán precisando ayuda y solidaridad, rescate y vigilancia. Será necesario mantener el trabajo. El primero es el de salvar vidas, que recae sobre los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, además de sobre los equipos especializados o entidades como Salvamento Marítimo y Cruz Roja. El segundo es garantizar sus derechos y el tercero es dignificar la situación de los inmigrantes. Una vez salvadas estas prioridades, es preciso recordar que la solución definitiva a esta lacra, de la que se alimentan estructuras enteras, necesita de cooperación internacional y trabajo diplomático en ambas orillas.

Sólo desde la complicidad entre estados, de la responsabilidad de los países emisores, resulta posible abordar con seriedad una situación que durante aún es alerta humanitaria. Como antes. También en Cádiz.

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