La dogmademagogia

Ser dogmático en un mundo globalizado y cambiante es un atraso. Ser demagogo está mal siempre. Ser ambas cosas a la vez es lo peor que nos puede pasar como ciudadanos, sí quien asume esa doble condición es el aspirante a presidir el gobierno del país. Un país federal, keynesiano, laico, igualitario y verde. Le faltó decir, como el de ‘Alicia en el país de las maravillas’, por si no se entiende adecuadamente cada uno de los eslóganes. Debiera haber empezado el candidato socialista advirtiendo un hecho incontestable: al haber dos PSOE, retrata dos España. Una de alma jacobina y la otra federal. Unos centrados y otros escorados a babor. Los heterodoxos y los clásicos. Siempre existieron las dos corrientes. Se unían para conseguir el poder y no quiero decirles para conservarlo y ejecutarlo.

La desubicación política en la que se encuentra el PSOE actual, mucho tiene que ver con ZP. Una vez más el desencadenante trágico para el país, acontece a primeros de siglo y siempre detrás de ello el inefable presidente del gobierno de entonces. Se apresuró a redefinir el espacio ideológico del socialismo, entrometiendo al propio Estado en los debates sobre cuestiones pretéritas, sin calcular que muchas de ellas terminarían siendo un arma arrojadiza contra su propio partido. Se quiso apropiar del discurso a la izquierda del PSOE, abandonando la centralidad. Quizás por agotamiento ideológico que entonces experimentaba la socialdemocracia. Para compensarlo abandera el guerracivilismo, promulgando la Ley de la Memoria Histórica. Pretendía atacar al PP, externalizando su antifranquismo. Su extremismo, dogmatismo, populismo y demagogia, lo sitúa cercano a las tesis de Largo Caballero, un desaprensivo y muchas cosas más, compartidas por igual con el dictador y Generalísimo.

Y aunque todos son historias, ZP vuelve a la actualidad. Unidos Podemos con su líder al frente, advirtió que en la deriva izquierdista y radical de una parte del PSOE, la oficialista, la que representa Sánchez, herencia directa de ZP, converge en muchas cosas. La tetralogía de adjetivos definitorios que envolvió al líder socialista de 2004, vuelve a envolverlo al de ahora. Y en la pretensión de compartimentación de espacios comunes por Unidos Podemos con el PSOE, hay que constatar un epíteto más en el de la coleta, la de la mentira contumaz, en un acto de agradar al que escucha para arañar un voto. Dice no saber si es de izquierda o derecha. Se apunta sin rubor al carro de la socialdemocracia. Manifiesta que Tsipras y sus políticas son prácticamente desconocidos para él. Los 7 millones de la Venezuela de Chaves entonces, hoy Maduro, es una media verdad, que es la mayor de las mentiras. El dinero entregado a CEPS, no solo pagó a precios estratosféricos las ‘asesorías’ llevadas a cabo por la fundación integrada por los mandamases de Podemos, sino que implícitamente existía un objetivo determinante, la creación de un partido político de corte bolivariano en España, Podemos.

En la antigua Grecia adquiría el nombre de tetralogía el conjunto de tres tragedias y un drama. El nuevo epíteto que conforman las cinco partes que externalizan la política de Garzón e Iglesias, hacen del mentir todo un arte, el de la mentira, que no adquieren denominación específica alguna. Debe ser que llevar a cuestas cinco adjetivos definitorios y peyorativos es tan inusual, que la situación no ha sido calificada. Ahora dicen estos que no pretenden sacarnos de la UE, ni del Euro y que no son marxistas-leninistas… Creo que el concepto de mentirosos ha trascendido en otro, el de la poca vergüenza… bueno, yo diría que ninguna. Tres tragedias, un drama y tomarnos por tonto. Todo en uno.