El Apunte - Opinión
Divididos y menguantes
Las protestas del Primero de Mayo cada vez tienen menos peso por el descrédito de los convocantes
Las protestas y reivindicaciones con motivo de la más simbólica de las fechas de la iconografía laboral mostró ayer una llamativa imagen de división. Además de perder cada año eco e integrantes, las manifestaciones del Primero de Mayo tienen ahora el inconveniente de enfrentarse a convocatorias por serpadado. Algunos sindicatos minoritarios, sectoriales o locales organizaron una marcha en la que contaron con miembros del equipo de Gobierno. Los representantes municipales olvidaron una vez más que, por encima de activistas, son representantes públicos de todos los gaditanos.
Con independencia de las últimas reacciones de los responsables municipales de Podemos, el Primero de Mayo fue un símbolo de la situación en la que se encuentran los sindicatos. Lo primero que llamó la atención fue la división entre las formaciones con la convocatoria de dos manifestaciones: una de CC OO y UGT con más de 3.000 personas y otra, mucho más minoritaria, formada por ese conjunto de colectivos de distinta orientación: Podemos, Autonomía Obrera, Ustea, CGT o SAT. Lo que a nadie pasó desapercibido fue la escasa capacidad de movilización de las centrales tradicionales que, como los Reyes Magos, parecen acordarse de los ciudadanos solo una vez al año. Los casos de corrupción y la falta de actualización de los sindicatos ha convertido lo que antaño era un jornada de lucha en una excusa para irse a la playa o para dar un paseo turístico con la familia.
En cualquier caso, y pese a la división, la conclusión es que los ciudadanos cada vez se sienten menos representados tanto por los partidos políticos como por los sindicatos. Ni los de siempre ni los nuevos les dan garantías de transparencia. Ni los de antes ni los de ahora parecen poner los intereses generales por encima de los propios. La manida «casta» es ahora más nutrida puesto que son muchos los votantes que creen que los sindicalistas y los representantes de nuevo cuño han pasado a engrosarla como afortunados privilegiados que son incapaces de poner la máquina burocrática al servicio de la célelebre «gente».
Por ese motivo, el Primero de Mayo, el de ayer como otros, cada vez pierde más peso y, con divisiones o sin ellas, esta fecha simbólica resulta cada vez más un eco de un pasado, una nostalgia cargada de añoranza, falta de presente y desprovista de futuro.