Las distintas varas de medir

Mientras nos distraen con exhumaciones de cadáveres dejamos correr escándalos como el de las vacunas del SAS; y lo más preocupante es que los responsables se van de rositas

Susana Díaz y Pedro Sánchez, en el mitin del pasado martes en la Punta de San Felipe de Cádiz. Antonio Vázquez

Hala, pues ya está. Exhumado. Ya han tardado, unos y otros. Casi 44 años. A unos cuantos millones de españoles, pertenecientes a varias generaciones, no nos interesa nada si los cuatro huesos de Franco están en el Valle de los Caídos o en el jardín ... de su casa. Nuestros problemas, desde luego, son otros. Los importantes. Como por ejemplo qué pasa con el caso de las vacunas del SAS. Si vamos a exigir responsabilidades por un nuevo escándalo del anterior gobierno de la Junta de Andalucía o vamos a dejarlo correr. Una vez más. Hay un email que no deja el más mínimo lugar a la duda. Un escrito en el que el Jefe de Servicio de Prevención de la Dirección General de Salud Pública y Ordenación Farmacéutica del Servicio Andaluz de Salud pregunta claramente qué directrices debe seguir a la hora de informar al Ministerio de Sanidad sobre las vacunas de la gripe suministradas en los centros de salud de toda Andalucía. Su duda era si debía dar los datos reales o, como se había hecho en los últimos años «por decisión política», había que inflarlos. Y si el Jefe de Servicio de Prevención de la Dirección General de Salud Pública y Ordenación Farmacéutica del Servicio Andaluz de Salud –que con tan largo título es obvio que se trata del mandamás en la materia– pregunta tal cosa, parece claro que es una cuestión organizada desde arriba y con fines exclusivamente políticos. Inflamos las cifras, informamos de que hemos vacunado a casi un millón de andaluces más de los que en realidad han recibido la dosis, y así Susana Díaz puede serguir ‘vendiendo’ su famosa moto de que la Sanidad es la joya de la corona en Andalucía. Una mentira tantas veces repetida que muchos acabaron interiorizándola sin ponerla en cuestión ni por un instante.

Este, sin duda, es un problema de verdad. El que afecta a los vivos. Sobre todo a los vivos que más protegidos deben estar. Mayores, embarazadas, personas en riesgo de exclusión social. Pero nadie parece darle importancia. Al menos no la misma que a los huesos de un muerto hace décadas, al que desde luego ya no hay que vacunar de nada. Para más inri, el mismo día que se destapaba este escándalo, justo ese día, su máxima responsable estaba aquí, en Cádiz, dándose besos y abrazos con el presidente del Gobierno. Con aquel que pretende de forma vergonzante rentabilizar electoralmente un asunto que no debería estar ni entre los cien asuntos más prioritarios de su Gabinete. Ambos, Pedro y Susana, Susana y Pedro, vendiendo las bondades de su gestión política. Diciéndonos que hoy España es más democrática. Que la Sanidad andaluza es ejemplar. O lo era cuando ella mandaba. Y ni una cosa ni la otra. Pero aquí seguimos, con la vara de medir totalmente descontrolada. Distintos raseros según de quién se trate. La izquierda virtuosa y la derecha demoniaca. Cansino. Repetido. Y lo que es peor, muy preocupante para quienes lo que nos ocupa es el presente y sobre todo, el futuro.

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