Dime quién eres
«Fuimos la ‘Ciudad que sonríe’, la ‘Ciudad Constitucional’, la ‘Ciudad que funciona’... y claro a fuerza de ser tantas cosas se nos ha quedado un trauma que a ver quién nos lo quita»
Parece que el trastorno de personalidad múltiple , también conocido como trastorno de identidad disociativa, es algo mucho más común de lo que nos imaginamos. Un reciente estudio elaborado por el King’s College de Londres –que no es la universidad Grijandemor, para que ... nos hagamos una idea- establece que un uno por ciento de la población general padece esta patología, que se caracteriza por la presencia en un único individuo de una o más identidades distintas o personalidades diferentes, cada una de ellas con su propia percepción del entorno y de la realidad. Las causas, si bien no son del todo conocidas, pueden vincularse a un abandono afectivo en alguna etapa de la vida de la persona , o incluso a una situación traumática que llega a generar propensión a la fantasía, la sugestión y la simulación de realidades paralelas.
Se que ahora estará pensando hacia donde quiero llegar con este preámbulo pseudo científico, pero ya sabe que la realidad –la de verdad- supera tanto a la ficción y a la especulación que mire a donde mire, solo acierto a ver una cosa: Cádiz pertenece al uno por ciento de trastornados . Qué le vamos a hacer. Fuimos «la ciudad que sonríe», la «ciudad constitucional», la «ciudad que funciona»… y claro, a fuerza de ser tantas cosas, se nos ha quedado un trauma que a ver quién nos lo quita.
Voluntarios hay a montones. Tertulianos de cola de supermercado, de puerta de colegio, de redes sociales , de barra de bar… todos coinciden en el tratamiento de choque. Esta ciudad necesita un plan estratégico –sea lo que sea eso de un plan estratégico-, una hoja de ruta, una directriz y unas pautas de comportamiento que nos dirijan hacia lo que queremos ser. Usted lo ha escuchado tantas veces como yo. Se trata de poner todos los huevos en la misma cesta; si apostamos por los cruceros, que la transversalidad haga su magia. Lo mismo que si queremos un turismo cultural o un futuro industrial, que todo vaya encaminado a un mismo fin. Parece fácil ¿no?
Pues no debe serlo cuando nuestra carta de presentación en la Feria Internacional de Turismo - FITUR para los amigos - año tras año, parece el nido del cuco. Cualquier parecido de un proyecto con el siguiente, es pura coincidencia Y no me estoy remontando a los años faraónicos en los que el desembarco gaditano era inversamente proporcional a nuestra ruina. No. Pienso en 2016, por ejemplo. El primer año del Ayuntamiento del cambio nos presentamos en Madrid con un logo que había costado muy barato ¿se acuerda?, «Cádiz, faro del sur»-si no lo recuerda, no lo lamente, tampoco era para tanto-, que representaba «una energía hecha de Alegría porque en Cádiz nada de lo bueno es imposible», según nuestro alcalde, que deleitó al auditorio entonando un pasodoble de «Los Cubatas». Era el año de las «las papas aliñás, el cazón en adobo y el agua salada».
Al año siguiente no quedaba ni la luz del faro, porque en 2017 queríamos ser el «carnaval de la libertad» en FITUR, aprovechando los cuarenta años que cumplía nuestra democracia, y haciendo un especial hincapié en el carnaval de la calle. Las coplas, las coplas… En 2018, al parecer, nos habíamos hartado de coplas y apostábamos por el patrimonio histórico de la ciudad , «el patrimonio y las influencias de un pedacito de sur que no solo fue bañado por el Atlántico sino por las civilizaciones que se extendieron por el mundo y se detuvieron en Cádiz», que decía en aquella ocasión José María González Santos –me encanta como escribe, y si no lo digo, reviento. Aquel año fuimos la ciudad “donde existen 129 torres miradores, donde tres arcos medievales saludan a un teatro romano”, pero solo lo fuimos ese año.
En 2019 nos vino el «New York Times» a ver y nos hizo la tarea . «Cádiz está de moda» sentenció la entonces concejala de Turismo, Laura Jiménez. Solo tuvimos que echar mano del periódico americano y contar lo excelentes que son nuestra gastronomía, nuestras playas y nuestra cultura. Un refrito, vamos, confesado incluso por la responsable municipal, «no podemos desaprovechar ese apoyo tan potente y esa promoción que ha hecho de la ciudad un medio tan relevante».
Así que no me extraña que en este 2020 vayamos a FITUR a toda vela, explotando la Regata de Grandes Veleros que celebraremos en el mes de julio y que va a salvar el papel de nuestra ciudad este año, porque como dice nuestra concejala de Turismo «somos la historia de lo que ha traído el mar», que como titular queda fantástico, pero como mensaje queda un poco regular, teniendo en cuenta las cosas que suele traer el mar y los restos de naufragios que escupe cuando se rebela.
En fin. Que entiendo nuestro trastorno. Y entiendo que, a estas alturas, no sepamos quienes somos ni a qué nos dedicamos. En cinco años hemos sido cinco ciudades distintas en la Feria de Turismo más importante del país. Camaleónica como ninguna, Cádiz se disfraza de lo que le digan con tal de que alguien la compre.
Mejor no pensarlo mucho, porque es para volverse locos. Menos mal que comienza el COAC y como Escarlata O’Hara, esto de Fitur ya lo pensaré mañana… o cualquier otro día.