El Apunte

Las dificultades de entrar en Cádiz

Pasan los años y la tarea de conectar el segundo puente con el centro, la creación de aparcamientos, las facilidades al que llega, siguen sin aparecer

LA VOZ

Es cierto que sólo sucede, aún, en los días de gran afluencia turística. En los momentos más complicados del verano, de alguna fiesta masiva como el Carnaval, Semana Santa o Navidad. Pero el riesgo de que se extienda a las jornadas laborables existe y la mala imagen que se da al visitante en esas semanas fundamentales, también. Cádiz es una ciudad en la que cuesta entrar mucho más ahora, con dos puentes, que cuando tenía sólo uno, hace un año. Aunque parezca un sinsentido, el viaducto de la Constitución de 1812, en vez de tapar carencias las ha mostrado.

La más importante es la de la carretera industrial o avenida de Astilleros. Es decir, la conexión del nuevo puente con el casco antiguo. Su reforma está pendiente desde hace demasiado tiempo y cuando llegan fechas como la Gran Regata se hace evidente. Ni el gobierno municipal anterior, con casi diez años de margen, ni el nuevo, con más de un año ya, ni la Junta de Andalucía en la estación de autobuses o la absurda defensa del Palacio de la Aduana ni la administración central con la reforma de la plaza de Sevilla han sabido hacer su parte. La conclusión es que pasan los años y cada vez que Cádiz puede acoger a una multitud se convierte en un tapón, le salen embudos por toda partes.

La configuración geográfica es complicada, cierto, y el azar –como ayer con un accidente en la autovía de San Fernando– existe pero también es innegable que la ciudad no ha hecho los deberes a la hora de crear salidas fluidas al nuevo puente. La Gran Regata que termina hoy ha sido la confirmación pero volverá a serlo el próximo 5 de enero, el próximo febrero y el próximo verano. Los eventos, los comerciantes, las convocatorias, no son los culpables, son víctimas como los vecinos que se ven atrapados en autobuses y automóviles por una ciudad incómoda.

La falta de aparcamientos (que el actual equipo de gobierno aún quiere reducir) es otra asignatura pendiente. No tienen que ser ni subterráneos, ni caros, ni siquiera de pago. Simplemente se trata de ofrecer alternativas y posibilidades al que viene. Si se pretende que siga viniendo, claro.

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