D’Hont y la circunscripción

Las elecciones suponen el reconocimiento de la voluntad popular en el quehacer político

Fernando Sicre

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Las elecciones suponen el reconocimiento de la voluntad popular en el quehacer político. El ciudadano en su condición de elector, desempeña un papel como actor político. De ahí la importancia del sistema electoral, como instrumento situado entre el votante y las instituciones políticas. El sistema electoral representa un conjunto de reglas que posibilitan la elección democrática. Asigna a los diferentes partidos políticos una determinada representación institucional. Los sistemas electorales producen consecuencias políticas, que influyen en la representatividad, la gobernabilidad y en la legitimidad del sistema político.

Los sistemas electorales son estructuras complejas que tienen por finalidad la representación de la estructura social y de las divisiones ideológicas. Establecen normas para conformar las circunscripciones, las candidaturas, el proceso de votación y por último determinan la fórmula de conversión de los votos en escaños. Su clasificación en sistemas electorales de elección mayoritaria y sistemas con principio de elección proporcional, implica una clara intencionalidad política inherente en cada sistema electoral. El debate entre ambos sistemas, se centra en determinar la prioridad entre proporcionalidad (sistemas proporcionales) y estabilidad de gobierno (sistema mayoritario). Por lo que hay que pensar que la legitimidad o ilegitimidad del sistema electoral no es producto solamente de uno de sus componentes. El debate abierto en España por C’s y Podemos utilizan un solo argumento en defensa de sus planteamientos, que es el de la fórmula de la conversión de los votos en escaños. La propuesta exhibida es la sustitución de la Ley D’Hont por la de Saint-Laguë. Con ésta, C’s y Podemos obtendrían una mayor representación, entre 12 y 6 escaños más respectivamenete.

España optó para articular su sistema político, por una ley electoral que prevé un sistema proporcional, en el que la conversión de votos en escaños se lleva a cabo a través de la Ley D’Hont y en el que la circunscripción electoral es la provincia. Sistemas como el español no son excepción, sino todo lo contrario. La mera modificación de la ley de conversión de votos en escaños, es un mero arreglo parcial, tendente a obtener algo más de proporcionalidad, a costa de complicar la gobernabilidad. De ahí que nos preguntemos, sobre que es mejor ¿mayor proporcionalidad o un sistema que facilite la gobernabilidad? Sólo los países del norte de Europa optan por sistemas proporcionales más puros, porque en sus entrañas, el pacto político es parte consustancial del sistema político. En el mediterráneo, los sistemas «proporcionales» terminan por establecer una «prima» de escaños para facilitar la formación de mayorías gubernamentales, como es el caso de Grecia.

Estoy de acuerdo en modificar la Ley electoral. La que se aprobó en su día deja en manos de los nacionalistas la gobernanza de un país al que quieren eliminar. Una contradicción «in terminis». La reforma que propongo exige la reforma constitucional, ya que el principal elemento distorsionador del sistema electoral español, es el sistema provincial de circunscripción electoral. El artículo 68.2 CE dice que la circunscripción electoral es la provincia. La ley distribuirá el número total de Diputados, asignando una representación mínima inicial a cada circunscripción y distribuyendo los demás en proporción a la población.

Es el momento de modificar las entrañas del sistema y no un mero lavado de cara interesado como proponen C’s y Podemos. La circunscripción debiera ser todo el territorio nacional. El sistema de conversión en escaños podrá ser el propuesto de Saint-Lagüe y por supuesto un sistema de barreras legales que impidan la presencia de formaciones que representen menos del 5% de los votos válidos emitidos. Sistema propuesto más justo y eficiente. Justifica al unísono la proporcionalidad y la gobernabilidad. Amén de la esperanza de no necesitar a los independentistas nacionalistas para gobernar aquello que estos pretenden destrozar.

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