EL APUNTE

Deseos y realidad

Kichi no duda en utilizar su cargo de alcalde para tratar de influir en materias que no le competen

Hay un viejo aserto español que dice que «cada concejal se barre su calle» para explicar que al final los políticos, sobre todo los que se dedican a las cuestiones más cercanas, a las municipales, suelen tender a darle preferencia a asuntos que les afectan ... a ellos personalmente. En el caso del alcalde de Cádiz este dicho encaja a la perfección, aunque no literalmente con su calle del barrio de la Viña, sino con su forma de entender la política. Desde que llegó a su despacho de San Juan de Dios, Kichi tuvo claro que su entrada en las instituciones era un excelente altavoz para lanzar las proclamas políticas que llevaba años lanzando sin que tuvieran excesiva repercusión. Sin embargo, desde que es alcalde, ese altavoz llega mucho más lejos. Y no pierde oportunidad de utilizarlo aunque sea para tareas que nada tienen que ver con sus competencias como máximo regidor municipal.

El asunto de la reunión que ha solicitado con el consejero de Educación es un ejemplo flagrante de ello. Hasta mayo de 2015, José María González ‘Kichi’ era un profesor liberado por el sindicato Ustea. Como tal, participó en numerosas manifestaciones y concentraciones en defensa de la enseñanza pública. O lo que él entiende que debe ser la enseñanza pública. Algunos de aquellos actos tuvieron una cierta repercusión, como el de la quema de muñecos en la plaza de San Antonio de Cádiz junto a su pareja Teresa Rodríguez –entonces también liberada de Ustea– o el vídeo en el que Kichi, disfrazado de reportero de ‘Caiga quien caiga’, entregaba un pepino a la entonces delegada de Educación.

El alcalde gaditano sigue haciendo bandera de la defensa de lo que él piensa que debe ser la educación pública y para ello utiliza su actual cargo, que nada tiene que ver con su anterior ocupación. La única competencia que un Ayuntamiento tiene con respecto a los colegios es el mantenimiento de los mismos, pero nada en absoluto con la forma de gestionar esa educación pública, que es tarea de las comunidades autónomas. Pero el sectarismo de Podemos le lleva a ‘exigir’ al consejero Imbroda el mantenimiento de las líneas públicas pese a que la demanda de los padres sea mucho mayor en la concertada. Entre otras cosas porque el mantenimiento de los colegios concertados es mucho mejor que el que él realiza como responsable de los públicos. Mejor haría el alcalde en centrarse en aquellos asuntos que le competen, como en la limpieza de la ciudad, y dejar que del resto se ocupe quien se tiene que ocupar. Su voluntad no está por encima de todo.

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