OPINIÓN

Desencajar y encajar

Los españoles mayoritariamente quieren seguir siendo españoles y los catalanes, también

Fernando Sicre

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La comisión de evaluación y modernización del Estado Autonómico se ha puesto en funcionamiento con la premisa de sus precursores, el PSOE, de encajar Cataluña en el Estado. La pregunta que debemos hacernos es sí la reforma es la solución a los males que padecemos. La respuesta es que no de manera rotunda. El problema que padecemos es la falta de conciencia de «la dimensión nacional». El problema catalán ha aflorado en toda España y por lo tanto también en Cataluña el sentimiento nacional español. Es decir, los españoles mayoritariamente quieren seguir siendo españoles y los catalanes, también. Los sinvergüenzas representantes políticos independentistas así lo reconocen. Ahora dicen que no había la mayoría social que ellos mismos preconizaban en defensa de sus tesis. Solo con ello, si tuvieran vergüenza estarían todos en su casa para siempre, cuando no en espera de juicio para ser encarcelados por mucho tiempo. Pero no, ahí siguen como si nada hubiera pasado. La penúltima sinvergonzonería llevada al infinito es la de la llorica Rovira, con manifestaciones execrables sobre «muertos en la calle». Y esta sinvergüenza va de número uno en las listas de ERC.

Defiende Bernard Crick que el debate es la esencia de la política. Afirmando que el enemigo de la política es el deseo de la certidumbre a toda costa, tanto si se produce bajo la forma de una ideología cerrada, bien en la fe ciega en la democracia, o en la de un nacionalismo furioso, incluso en la promesa de la ciencia de revelar el conocimiento objetivo. La definición de la política como compromiso y conciliación tiene un carácter esencialmente liberal. Es el reflejo de una actividad basada en la razón, a la vez que otorga una importancia inusitada al debate y discusión, amén de creer que los conflictos irreconciliables no existen. Sin embargo, en estos convulsos tiempos políticos que vivimos desde hace tiempo, muchos políticos han despreciado, vilipendiado, ensuciado el concepto de «política». Para una parte importante de la ciudadanía, la política en cuanto integrada y desarrollada por políticos, la «política» significa engaño y corrupción. Fundamentado ello en la asociación entre «política» y comportamiento de los políticos, en los términos que ya fueron descritos en ‘El Príncipe’ por Maquiavelo.

La nación española ha despertado de su letargo. Es el único poder constituyente. Encarna la Constitución, sus principios y valores y solo con su aquiescencia podría reformarse para destruirse para siempre. Defendió Miquel Roca en 1978 en los prolegómenos del debate de su aprobación, la tesis sobre la compatibilidad entre el concepto de nación española y la existencia en su seno de nacionalidades. De tal forma que junto a la nación española, que simboliza el Estado-Nación llamado España, se definieron aquellas otras nacionalidades que son identidades históricas y culturales, junto con las demás regiones, que sin lugar a dudas también lo son.

La política no es una ciencia sino un arte. Es lo que decía Bismark. Es el arte de gobernar, ejerciendo el control de la sociedad mediante la elaboración y aplicación de decisiones colectivas en todo lo atinente al Estado. Considerar España Nación de naciones, significa de entrada reformar el artículo 2, que otorga la condición de sujeto constituyente al pueblo español, que es la nación española. Supongo que el posibilista y voluntarista Sánchez, no se cree lo que dice una vez más, porque si se lo cree es que no es apto para dirigir a la nación española. Es muy peligroso en política manifestarse a través de autoantónimos. Hagamos eficaz y eficiente el Título VIII de la Constitución. Desencajemos el sistema autonómico para encajarlo para los próximos 500 años. Y por supuesto, en ese contexto de reforma desarrollemos en aras a la racionalidad del funcionamiento del Estado el artículo 155. El cumplimiento de la Ley es el fundamento del Estado de derecho. Sin Ley sólo hay barbarie.

Desencajar y encajar

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