Una democracia que se construye votando
La provincia de Cádiz es líder a la hora de abstenerse; hoy debe romper esa dinámica y acudir con entusiasmo a las urnas
La provincia de Cádiz es líder en muchos indicadores. Algunos positivos, como la calidad turística, y otros más que negativos, como el índice de desempleo. Otro de los ránkings negativos que lidera la provincia es el de la abstención a la hora de enfrentarse a ... unas elecciones generales. España se juega tanto en esta jornada que es necesario romper esta tendencia y acudir con responsabilidad e ilusión a las urnas. Se vote a quien se vote.
En las últimas elecciones generales, celebradas en junio de 2016, la provincia registró una abstención del 37,3%. Traducido es que de cada tres personas que tenían que votar, una se quedó en su casa y no lo hizo. Por el motivo que fuera. A la hora de hablar de democracia y de sentir real de un país, el respaldo de la mayor parte de los votantes es algo fundamental. En especial, hay que contagiar la ilusión a los 36.244 nuevos votantes que se incorporan en esta ocasión al censo. Deben ser conscientes de que su voto, cuenta. Aunque el partido al que voten, sea cual sea, no llegue al gobierno. También la oposición debe tener claro, por encima de proclamas sobre su aglutinamiento del sentir popular, qué peso tiene entre la masa de votantes. Jugar a confundir nunca fue una buena receta en democracia.
Los partidos saben que la provincia de Cádiz es una plaza importante. No en balde, sus primeros espadas (excepto, los extremos se tocan, Pablo Iglesias y Santiago Abascal) han pasado por los distintos rincones de Cádiz pidiendo el voto. Los nueve diputados de la provincia (del total de 350) y los cuatro senadores (de los 208 de la Cámara Alta) son un valioso tesoro para unos partidos que saben que, según las encuestas, quien ocupe el sillón de la Moncloa lo hará con una ventaja mínima respecto al bloque opuesto.
Por eso es tan importante, cuando el futuro de España en las grandes cuestiones, y también en las que afectan al día a día, está tan en juego, que se alce la voz de las papeletas, que suene el estruendo de la opinión de la gente de la calle. Ya habrá tenido tiempo de decidir si su opción es azul, roja, naranja, violeta, verde o de cualquier otro tono. Y mañana, a seguir conviviendo.
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