OPINIÓN
El debilitamiento del régimen
Estamos asistiendo a la evolución de una crisis provocada por la región más rica y próspera de España
Estas fiestas de Navidad y cambio de año, que en realidad son para la mayoría un paréntesis de la actividad laboral y una concesión al esparcimiento comparable a las vacaciones estivales, están discurriendo en medio de un colosal barullo político, en el extremo de un ... periodo de inestabilidad y caos que dura nada menos que cuatro años (acaba de cumplirse el cuarto aniversario de las elecciones que supusieron el fin del bipartidismo imperfecto en el terreno estatal). Esta semana será decisiva para salir, o no, provisionalmente del atolladero -la estabilidad de la solución que se propone es francamente escasa-, pero en realidad lo único que ha impresionado a la opinión pública es que el gobierno en funciones no ha subido las pensiones, los salarios públicos ni el salario mínimo, como un instrumento de presión que facilite teóricamente los acuerdos. En cualquier caso, no hay síntomas de verdadera alarma: ya hemos tenido ocasión de constatar que el país funciona aunque sea sin gobierno, y hemos de estar orgullosos de ello. Hemos construido un entramado institucional de calidad en el que todo está previsto, incluso el vacío de poder.
La indiferencia con que se contempla este panorama que parecería desolador a quien tuviera suficiente sensibilidad es sintomático. Porque estamos asistiendo a la evolución de una crisis provocada por la región más rica y próspera de España en la que una gran minoría nacionalista resentida por un supuesto trato desdeñoso del Estado, ha decidido salirse del gran pacto fundacional e ir por libre. Lógicamente, el Estado, fuerte y poderoso, no ha consentido la vulneración constitucional, y ahora se trata de aprovechar la investidura presidencial para encontrar un camino de retorno que conduzca a una nueva normalidad . Hay negociaciones, pero nada indica que la parte catalana, ERC, haya manifestado la menor voluntad de regresar al marco constitucional aunque persista en su voluntad independentista (se puede ser tal cosa pero no se puede quebrantar la ley). Y se aprovecha de la circunstancial matemática parlamentaria para lanzar una ficción: la de que el Estado podría ser comprensivo en aquello en que no tiene más remedio que ser inflexible, que es el ejercicio pleno de la soberanía.
En ese debate estéril, que tampoco ahora parece próximo a solucionarse, hemos perdido varios años y la virginidad del régimen en lo referente a la actividad e influencia de la extrema derecha. La irrupción de Vox es el síntoma más claro de la decadencia de una sociedad que hasta hace poco gozaba con la constatación de su propio pluralismo , con el disfrute de una policromía en que la posición propia era sistemáticamente respetada, de la misma manera que cada uno respetaba la ajena. Se aceptaba que la propia democracia constituía un método valioso de resolución de conflictos, y los propios partidos eran en realidad foros de debate y convergencia en los que se encontraban cómodas las personas que simpatizaban parcialmente con ellos aunque no coincidiesen con la totalidad del programa. Izquierda Socialista fue una corriente muy valiosa que enriqueció al PSOE durante décadas, y en el PP convivió pacíficamente el neofranquismo de Fraga con el liberalismo mucho más moderno de Herero de Miñón (pongamos por caso).
Hoy, en cambio, el sistema está caduco, desacreditado -y la corrupción no es ajena a ello-, los puentes con Cataluña están rotos y apenas una minoría está empeñada en restaurarlos, mientras la frivolidad más absoluta se ha adueñado de lo público: con la que está cayendo, varios ayuntamientos leoneses han propuesto segregar una nueva comunidad autónoma, formada por este provincia, Zamora y Salamanca. Grandiosa causa que viene muy a cuento en la situación presente. Por cierto, PSOE, PP y Podemos de aquellos lares han respaldado parcialmente esta tesis regionalista.
La escrito Lorenzo Bernaldo de Quirós que 'la dinámica actual que impera en las Españas lleva a un escenario hobbesiano de guerra civil fría'. Y esa es la realidad. Hemos creado un clima belicoso en que los taifas políticos y sociales se acentúan , en que la idea de unidad se ha deformado y que se ha extendido un inquietante manto de mediocridad.
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