Adolfo Vigo

Un debate light

«Joooooo!!!! Pues el Rivera lleva menos tiempo que yo y ya le dejan ir a programas de mayores…»

Adolfo Vigo

B uuuuuuuu!!! Yo quiero ir contigo….», exclamaba entre sollozos Alberto. «Que no, Albertito, que tú no puedes venir», le contestaba Pablo mientras se ponía la camisa y se remangaba los puños, quería estar a la altura del debate que se avecinaba. «Pero, ¿por qué? Si yo también soy líder de nuestra formación», decía el otrora cabecilla en solitario de Izquierda Unida. «Y dale otra vez, –le espetó un serio Iglesias– te he dicho ya muchas veces que tú no eres dueño de tu partido. Que ahora tu formación se mueve en la tensión entre el núcleo irradiador ‘podemita’ y la seducción de los sectores aliados laterales de izquierda».

«Joooooo!!!! Pues el Rivera lleva menos tiempo que yo y ya le dejan ir a programas de mayores…» «¿Y si Rivera se va de viaje a Venezuela –le dijo en tono maternal– tú también lo haces? Si es que con razón últimamente el ‘yayo Anguita’ me prefiere a mi antes que a ti…»

«Tú no me dejas ir porque eres el claro exponente del heteropatriarcado de las formaciones socialdemócratas que desvirtúan el buen nombre de Marx y Hegel», dijo un Garzón refunfuñado. A lo que Pablito respondió: «Déjalo ya, Albertito, tú ve el debate desde casa y retuitea a mis trolls, que cuando vuelva quiero que ya estés cenado, te hayas cepillado los dientes y este durmiendo como un ‘bolcheviquito’ bueno».

El lunes volvimos a ser testigos de un nuevo debate político previo a las elecciones generales que se van a llevar a cabo el próximo 26 de junio, y que, como en cada debate, no nos aportó el más mínimo argumento para hacer cambiar nuestro voto o conseguir convencer al indeciso.

Sí me llamó la atención que siempre que ha habido un debate, Izquierda Unida se quejaba de que nunca su líder era invitado a los debates de «primera división» y que si se les invitaba a alguno era a los que iban los segundos espadas de los partidos importantes. Sin embargo, en esta ocasión no se ha escuchado que Alberto haya levantado la voz solicitando ser él el que asistiera, plegándose al hecho de que fuera el «líder absoluto» el que asistiera y defendiera las posturas «socialdemócratas» de esa nueva «coalición de izquierdas», por decirle de alguna forma, ya que me da que se está convirtiendo en un agujero morado en el espacio exterior de la izquierda española que absorbe todo lo que pasa por su lado. O eso, o que los cuatros son los candidatos por Madrid, y Alberto ha quedado relegado a un quinto puesto en las lista de Unidos Podemos.

En esta ocasión nos encontramos también con la novedad de que Mariano Rajoy traspasaba la pantalla del plasma para ser él quien asistiera a dicho evento con el fin de defender, o no, el programa electoral del Partido Popular a ritmo de merengue o de lo que fuera necesario con el fin de que no le hicieran bailar los demás candidatos con la más fea, que no es otra que la corrupción que día sí y día también salpica a algún dirigente de ese partido. Y sin embargo, se escapó vivo de dicho debate sin que, salvo pequeños encontronazos, se hiciera mucha referencia a esa lacra que afecta al partido.

Al final todo quedó en regañinas de niños y miradas cómplices, y es que, visto lo visto, prefirieron nadar y guardar la ropa, ya que no se sabe con quién tocará pactar después del 26.

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