Dame pan y dime tonto
Hoy descubriremos si nos hemos convertido en un país en el que todo vale o si aún hay esperanza

Desde que los partidos radicales aparecieron en la escena política española –primero fue Podemos, más recientemente Vox– da la sensación de que todo, absolutamente todo, vale. Cualquier memez que se le ocurra al líder de turno es dada por buena por los suyos. Desde afirmar ... a gritos que los niños de España pasan hambre, como si viviésemos en la posguerra, a querer instaurar las armas en nuestra cotidianidad, como si el Bar Manolo fuese un Saloon del lejano Oeste. Y el problema no es que los populistas proclamen sandeces, sino que los que hasta ahora eran moderados renuncian a muchos de sus principios para tratar de hacer contrapeso. De retener votos, en definitiva. Le ocurrió al PP, que dejó caer a Rajoy al entender muchos de sus militantes que era demasiado blando en asuntos como, por ejemplo, Cataluña. Sobre todo cuando Ciudadanos, y no digamos ya Vox, se mostraban mucho más enérgicos. Y, desde luego, le ha ocurrido al Partido Socialista, que directamente ha enterrado buena parte de sus principios fundacionales para tratar de recuperar votos que perdió por la izquierda.
Pedro Sánchez, en apenas diez meses como presidente del Gobierno, ha pervertido la política y el poder de tal forma que sólo con el tiempo seremos capaces de valorarlo en su justa medida. Se ha repetido tantas veces aquello de que fue capaz de pactar con independentistas, populistas y hasta asesinos de ETA que parece ya un discurso manido y amortizado. Pero es que es así. Y lo que es peor: se ha aprovechado del poder en beneficio propio de una forma absolutamente torticera, injusta, impúdica. Y no pasa nada. Utilizar las reuniones del Consejo de Ministros en beneficio del PSOE habla de su bajeza moral. Retorcer herramientas democráticas como los decretos, pensadas y artículadas para situaciones de emergencia, sólo para subir en las encuestas, es indecente. No se me ocurre otro calificativo. Por más que quieran disfrazarlo de socialismo. Sólo este último viernes ha aprovechado para tratar de contentar a aquellos más preocupados por el cambio climático, a los investigadores, a las ONGs... y ya, en un alarde de imaginación, al total de la población bajando el IVA del pan de un 10% a un 4%. Pablo Iglesias afirmó en uno de los debates que iba a bajar el precio de las compresas y las bolitas para los perros. Y Sánchez no podía ser menos.
De verdad que me asaltan las dudas sobre si algunos de nuestros políticos nos toman por tontos y realmente hemos llegado a tal punto de anestesia mental que, como país, nuestro espíritu crítico ha desaparecido y no somos más que una masa de borregos. Según los sondeos por lo visto lo somos. Hoy es la encuesta definitiva. Hoy nos la jugamos de verdad. Ojalá aún haya esperanza y no nos hayamos convertido en un país mitad atontado, mitad resignado a su suerte.