Dame pan y dime tonto

Hoy descubriremos si nos hemos convertido en un país en el que todo vale o si aún hay esperanza

Pedro Sánchez, durante una intervención en el Congreso de los Diputados. L. V.
Ignacio Moreno Bustamante

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Desde que los partidos radicales aparecieron en la escena política española –primero fue Podemos, más recientemente Vox– da la sensación de que todo, absolutamente todo, vale. Cualquier memez que se le ocurra al líder de turno es dada por buena por los suyos. Desde afirmar ... a gritos que los niños de España pasan hambre, como si viviésemos en la posguerra, a querer instaurar las armas en nuestra cotidianidad, como si el Bar Manolo fuese un Saloon del lejano Oeste. Y el problema no es que los populistas proclamen sandeces, sino que los que hasta ahora eran moderados renuncian a muchos de sus principios para tratar de hacer contrapeso. De retener votos, en definitiva. Le ocurrió al PP, que dejó caer a Rajoy al entender muchos de sus militantes que era demasiado blando en asuntos como, por ejemplo, Cataluña. Sobre todo cuando Ciudadanos, y no digamos ya Vox, se mostraban mucho más enérgicos. Y, desde luego, le ha ocurrido al Partido Socialista, que directamente ha enterrado buena parte de sus principios fundacionales para tratar de recuperar votos que perdió por la izquierda.

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