El Apunte

Los cursos merecen respeto

Frivolizar con los contenidos de los que necesitan formación es dar munición a los que maltratan a las receptoras

El mal uso de los recursos es el mayor daño que puede hacerse a los que lo necesitan. Por ejemplo, los que denuncian en falso resultan los mayores enemigos de los que son realmente dañados por algún tipo de agresión o afrenta. Los que abusan de algún tipo de servicio, de alguna ayuda, son los que más perjuicio causan a los que los necesitan para poder mantener un mínimo de calidad de vida. Con los cursillistas pasa lo mismo. Si unos desempleados reciben una formación absurda en la que -por poner un ejemplo- se ofrece ver una película de Rambo a los que aspiran a un puesto en la construcción, sólo se consigue que los chascarrillos y tópicos invaliden la siguiente convocatoria, en la que quizás unos pocos parados iban a recibir algunas nociones prácticas útiles para reinsertarse en el mercado laboral.

Ese es el asunto y no otro. La petición de dos partidos de la oposición para conocer el contenido de unos cursos que se dan a mujeres víctimas de exclusión social (pobreza severa) o de violencia machista tratan de explicar exactamente eso. Si la formación, remunerada, que reciben es apropiada o no. Los testimonios de varias cursillistas en los que dicen recibir nociones sobre el cáracter machista de algunos personajes masculinos de películas Disney o técnicas de estimulación del clítoris pueden aclararlo. Más allá de las bromas que los más insolidarios puedan hacer con estas presuntas gracietas, resulta fundamental saber en qué se emplea el dinero público, a qué se destina el tiempo fundamental de unas personas que lo están pasando muy mal, a las que hay que ayudar. Los chistes no ayudan.

Además de la remuneración, conveniente y necesaria, se trata de que esos cursos les ayuden a ser independientes en su vida diaria, sin vinculación obligatoria a una pareja, con opciones reales de tener un empleo. Cuesta pensar que los contenidos que presuntamente se están impartiendo y que denuncian las propias asistentes a los mismos sirvan de ayuda en ese camino. Serán materias interesantes en otros momentos, para otras personas con otros objetivos, otras prioridades. Aquí hablamos de sacar a personas de un infierno de violencia doméstica, de un paro crónico, de trabajos mal pagados, de la explotación. Perder el tiempo con otras cosas es perder el respeto a los dramas particulares de estas personas.

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