Felicidad Rodríguez - Opinión

Fin de curso

Con la llegada del verano, las Reales Academias celebran también, con toda solemnidad, el fin de curso

Felicidad Rodríguez

Con el solsticio de verano llegan las graduaciones, las ceremonias de clausura del curso académico y el despliegue de birretes y becas de colores por las facultades. Hace escasas semanas la plaza del Falla y las escaleras de la facultad se vistieron de amarillo, tunos incluidos, para despedir de las aulas a una nueva promoción de médicos. Momento de decir adiós a unos, hasta pronto a otros y de emplazar, tras el largo verano, a los que se incorporarán por primera vez a esas mismas aulas. Con la llegada del verano, las Reales Academias celebran también, con toda solemnidad, el fin de curso. La semana pasada lo hizo la Real Academia de Medicina y Cirugía de Cádiz, a la que hay que felicitar por su reciente nombramiento, junto a la Facultad de Medicina, como Sanitario de Honor por la Brigada nacional de Sanidad Militar; no en vano ambas son las herederas del Real Colegio de Cirugía de la Armada. Un brillante cierre de curso con la presentación, en el salón isabelino de la Diputación, de un excelente análisis de los determinantes de salud en la provincia de Cádiz realizado por el grupo de investigación en Salud Pública que coordina el Académico José Almenara. Ayer, el mismo lugar, ese espléndido Salón Regio, fue el escenario de despedida del curso 2015-16 para la Real Academia Hispanoamericana de Ciencias, Artes y Letras. Y lo hizo, por todo lo alto, con la solemne incorporación de un nuevo miembro. Una clausura de curso de lujo con el ingreso de ese gran pintor, con nombre de conquistador, Hernán Cortés, que viene a engrosar la nómina académica de la que es la única Academia Nacional cuya sede no se encuentra en Madrid. Hace algo más de un siglo, en el mismo salón regio de la Diputación tuvo lugar su Sesión de Constitución Pública, entonces presidida por Cayetano del Toro, otro médico, a la que asistieron todos los representantes de los países hispanoamericanos acreditados en España. Desde ayer, la medalla que lleva grabada la divisa Scientia Mundi Lux, junto al pequeño geniecillo, tiene un nuevo dueño; el que, sin duda, es uno de los pintores más importantes del mundo hispano. Y, gaditano, por más señas. Quizás por eso, la luz de sus cuadros recuerda a la que los gaditanos tenemos la inmensa suerte de disfrutar todos los días; quizá, por eso también, su discurso de ingreso versó sobre las sensaciones ante un retrato del Rey con Cádiz de fondo. El nuevo Académico de la Hispanoamericana iba para médico; posiblemente, hubiese sido un buen galeno pero, de lo que no hay duda, es que de haber sido así nos habríamos perdido al mejor de los pintores. También iba para médico, oftalmólogo como su padre o fisiólogo como su abuelo, el decano Leonardo Rodrigo Lavín, el Académico gaditano que contestó ayer al discurso de ingreso, José Pedro Pérez Llorca. En su caso, quizás también nos hemos perdido un buen médico pero, a cambio, tenemos, gracias en parte a él, la mejor Constitución que podríamos tener los españoles. En fin, dos grandes Académicos de lujo que dan brillantez a la Academia y, en definitiva, a Cádiz. Ha sido, pues, un buen curso académico el que ahora se cierra, algo que, desgraciadamente, no se ha extrapolado a otros ámbitos. Esperemos que, en el próximo curso, el ejemplo se extienda.

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