José Landi - El maestro liendre
Cuando se pone blanda
Como si nos hubieran congelado y nos hubieran soltado treintaytantos años después, sin decirnos nada
Como si nos hubieran congelado y nos hubieran soltado treintaytantos años después, sin decirnos nada. En la nave intergaláctica, manejada por despiadados sanmolotropos verdes, ni envejecimos ni memorizamos. El tiempo se detuvo. En nuestra cabeza, esos años fueron un segundo y cuando volvimos a Cádiz no reconocíamos ni al alcalde. Carlos Díaz está peinado raro y no lleva bigote pero se ha puesto pendientes. De lo demás, entendemos menos ¿En qué momento se volvieron tan tristes las comparsas? ¿Quién, cuándo, decidió que la muerte, o la enfermedad, la vejez o el desamor eran deseables para cantar y escuchar? ¿Son útiles para emocionar o ganar premios? ¿Qué gracia tiene glosar la marcha de un ser querido si las desgracias universales tienen ese apellido porque nos tocan a todos, siempre, sin excepción?
Antes de que nos congelaran en la nave, los pasodobles eran apasionados, sí, pero a base de piropos, de algún exceso localista para degustar con la tribu. Entraban en alguna polémica para criticar pero no se regodeaban en accidentes ni crímenes. Los Simios hicieron mucho daño al empezar. Casi tanto como la Raza Mora. Los que tuvimos la fortuna o infortunio de perdernos estos años, los que dimos el salto en el tiempo, tampoco le cogemos el aire al abrazo cantado con tres palmadas, a la hagiografía, el tributo al líder, al halago al que manda. Al baranda, al que sea, siempre, se le critica. Se le controla. Se le vigila. Se le mira fijo, por si acaso. Siempre, al que sea. A los políticos, a los que pueden, a los que tienen, a los fuertes, a los célebres del lugar, o se les critica o se les ignora. Si se les da, a poder ser con ironía y talento. Lo contrario, el peloteo, supone desprestigio. El caso de la prensa española lo demuestra. Si no vigilas a todos por igual, si agachas la cerviz sólo con unos, si babeas con lo viejo y desprecias lo nuevo –o al revés– no vales un duro y nadie lo da por ti ¿En qué momento se volvieron las comparsas melodramáticas y plañideras? ¿Desde cuando son tan pelotas y complacientes? ¿A qué tanto homenaje a gente que ni ha tenido tiempo de hacer? ¿Cuándo se nos puso tan blanda?