El Apunte - OPINIÓN
Una crisis sin precedentes
El Gobierno pide paciencia ante la crisis migratoria. Los números hablan de alarma
Es necesario un esfuerzo colectivo, constante y firme, para evitar la costumbre. Todo resulta repetitivo. Las imágenes parecen las mismas, estas palabras ya se dan por escritas y leídas mil veces, las cifras parecen las de siempre. Pero no lo son. Son mayores y aunque fueran las mismas, cada número encierra una vida desesperada, una historia única e incomparable de alguien que se ha arriesgado a morir, animado por avariciosos delincuentes, por tal de cruzar desiertos y mares para huir del miedo.
La intercepción de inmigrantes ilegales en aguas del Estrecho , en las célebres pateras, en lanchas hinchables de juguete, o sobre cualquier cosa que flote , hace más de dos décadas que ofrece un trágico recuento diario, al menos entre marzo y octubre, cuando los que se juegan la vida se animan con la teórica e incierta bonanza climática. Ayer, otra vez, fueron 125 pero se han dado hasta 500 casos en 48 horas durante un verano que está rompiendo todos los registros.
La jornada de ayer demuestra que las declaraciones del Gobierno en las que denunciaba una «presión migratoria» sin precedentes tienen el innegable respaldo de los hechos y los números. En su última visita, el ministro Zoido pedía tiempo porque «de un día para otro no se pueden eliminar las causas que llevan a estos inmigrantes» a intentar alcanzar España, pasando «necesidades y dificultades». Al mismo tiempo, afirmaba que la complicada situación que se vive este verano «no se puede atribuir a una falta de relaciones» entre los gobiernos de ambos países, puesto que mantienen contacto a diario. Sin restar la razón al representante del Gobierno, parece innegable que hace falta más. Mucho más y durante más tiempo.
Es preciso redoblar la tarea en origen y aplaudir el esfuerzo en la fase de rescate. El primer deber es el de salvar vidas , que recae sobre los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, además de sobre los equipos especializados o entidades como Cruz Roja. El segundo es garantizar los derechos de los rescatados y el tercero es dignificar la situación de los inmigrantes. Estos dos últimos apartados recaen la administración pública.
Una vez salvadas estas prioridades, es preciso recordar que la solución definitiva a esta lacra delictiva necesita de cooperación internacional y trabajo diplomático en ambas orillas.