OPINIÓN
Las cosas, por su nombre
El límite al que se ha llevado la corrección política es una estupidez. Podemos y PSOE discuten en Cádiz por el nombre del centro para personas sin hogar, para que sea "inclusivo", cuando ni siquiera está abierto por falta de mobiliario y de personal
![Irene Montero y Pablo Iglesias, adalides de lo estúpidamente correcto.](https://s1.abcstatics.com/media/opinion/2018/12/16/v/irene-kCpE--1248x698@abc.jpg)
Lo de la corrección política se nos ha ido de las manos. Si me apuran, es lo único en lo que le compro la moto a Vox. Ya está bien de tanta pamplina. De acuerdo en que hay que utilizar correctamente el lenguaje. De acuerdo ... con la paridad y todo lo que usted quiera. Pero cuando se hace de forma exagerada, al final se desvirtúa y caemos en el ridículo. Todo eso de vecinos y vecinas, concejales y concejalas, es una solemne tontería. Además de un error desde el punto de vista lingüístico. Y ya no les cuento lo de miembros y miembras. No lo digo yo, lo dice la RAE, aunque de forma más políticamente correcta, claro está. Esta semana hemos asistido a un nuevo ejemplo que resulta del todo irrisorio. El Ayuntamiento de Cádiz lleva meses anunciando la puesta en marcha de un nuevo centro de acogida para personas sin hogar. Instalación a la que han bautizado como «Centro de Baja Exigencia». ¿Por qué? Ni idea, pero así se llama.
Y hete aquí que el PSOE, muy solemnemente, solicita que su nombre sea «Centro de Alta Tolerancia». Aducen que la denominación propuesta por Podemos tiene una connotación negativa tanto para el centro como para las personas que acuden al mismo. Y que si la cambian, entonces ya tendrá un «carácter inclusivo». Mucho mejor, dónde va a parar. Eso es lo importante. El resto, detalles sin importancia. Por ejemplo. Habrá comprobado usted que ya hace un frío que pela. De hecho, en apenas una semana llegará el invierno con todos sus avíos. Pero el centro aún no está abierto. Ni lo estará a corto plazo, pues no tiene mobiliario, ni está aprobado el pliego para su gestión ni se ha contratado a las personas que van a trabajar allí. Maravillosa política local. Una forma de hacer el ridículo tan absurda como otra cualquiera. El nombre. Por lo visto eso es lo sustancial.
Si se trata de ser políticamente correctos, bien harían los miembros y miembras de todas las formaciones en seguir el ejemplo de los congresistas Alberto Rodríguez, de Podemos, y Alfonso Candón, del PP, que en la despedida de este último han sido capaces de aparcar sus diferencias políticas y reconocerse el mutuo afecto en lo personal. Que es lo más importante en estos tiempos de tanta crispación y división. El movimiento, más que hablando, se demuestra andando. Y ellos han caminado un buen trecho hacia la meta del sentido común. De la normalidad.
Y si hablamos de la corrección del lenguaje, mucho mejor para todos sería que los políticos –por medio de una campaña institucional– dedicaran más esfuerzos a difundir entre los jóvenes, y no tan jóvenes, la idea de que es posible que se comuniquen entre ellos sin necesidad de pisotear el castellano con mensajes de WhatsApp como los de mis hijas, del tipo «¿Aq hora vnes? o ¿Sbes q sta tard vnen mis amigs no?». Avanzar en eso sí será útil para todos. El resto, una solemne estupidez. Las cosas, por su nombre.