Francisco Apaloaza

Correr, violar

Comparar el amor y el deseo de la vida después de una carrera con el atentado sexual es tan sucio que ha puesto a miles de personas al borde del vómito

Francisco Apaloaza

Entre el rosario de inmundicias que la basura intelectual española viene a vomitar en estas fechas sobre San Fermín y últimamente sobre el toreo, ha dicho en la televisión Victoria Láfora -vanguardia del pensamiento español- que el premio a correr el encierro es una mujer y que «si no quiere, se la viola». Mi abuelo fue un violador, mi padre fue un violador. Mi primo, mis amigos, son violadores. Es curioso. Yo mismo soy un violador en potencia y mi hija espero que algún día lo sea. Así, retorciendo la realidad, se puede llegar a cualquier conclusión. Miren, yo mismo podría decir de la señora Láfora que es una psicópata asesina y torturadora, capaz de cualquier atentado contra las vidas humanas, puesto que cuando el ser humano falta a la realidad en favor de sus propios postulados, cuando es capaz de hacer sangre de cualquier verdad para regar su parcelita ideológica, quiere matar al contrario. Claro que si dijera esto, yo faltaría a la verdad y en puridad, Láfora solamente es una estúpida peligrosa.

Le doy la razón en una cosa: los corredores queremos estar con una mujer después del encierro. Yo mismo, cada vez que termina la carrera, quiero estar con mi mujer, con mi madre y con mi hija. A veces si tengo suerte, al rato consigo abrazarlas y el roce de su piel y el olor de su pelo resultan a la vez nuevos y distintos, como si ese abrazo y ese beso después de la carrera fuera, de nuevo, el primero. Comparar el amor y el deseo de la vida después de una carrera con el atentado sexual es tan sucio que ha puesto a miles de personas al borde del vómito. Yo creo que todos los periodistas metemos la pata alguna vez, pero esa de la señora Láfora debiera ser la última; su tarjeta roja.

Ahora que se habla tanto y tan mal de violaciones, es curioso cómo algunos meten mano a la realidad. Algunos medios han convertido los sanfermines en un recuento de agresiones sexuales y las usan para cargar contra lo que no entienden. San Fermín no es una fiesta que agreda la libertad sexual igual que no es una fiesta ladrona pese a que se roben mil quinientas carteras a la hora. Han colgado la etiqueta de babosa a la fiesta navarra usando los titulares sobre campañas y manifestaciones. Es un error. En Pamplona justamente se ha comenzado a dejar claro que no van a tolerar una sola falta de respeto a la libertad sexual, que por cierto eran las mismas que en Fallas o en Carnavales de Cádiz. Pamplona ha hablado y ha dejado bien claro que no está dispuesta no solo a que cinco infames violen a una chica en un portal mientras la graban, sino a que se toque un culo, se agarre un brazo, se sea sencillamente un baboso. Esa revolución sexual sanferminera –digna, legítima, urgente y necesaria– la están haciendo los pamploneses, los sanfermineros y los corredores, no las tertulianas espongiformes. Un respeto (para todos).

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