Fernando Sicre

El contrato del escollo

El mercado de trabajo español es un mercado desequilibrado y disfuncional.

FERNANDO SICRE

El mercado de trabajo español es un mercado desequilibrado y disfuncional. La tradición tuitiva y protectora que arranca con la Ley de Contratos de 1944, es difícil romper pero absolutamente necesario que así sea. Las dos grandes reformas laborales, la de 1994 y 2012, han racionalizado algo la cuestión, pero ni mucho menos podemos decir encontrarnos con un mercado equilibrado y eficiente. Mientras en Europa el desempleo medio es del 8,4%, en España estamos en el 20%. El desempleo es un concepto económico desarrollado allá por la Gran Depresión del 29. Supone la mayor causa de desigualdad, deteriorando de manera radical la distribución de la renta.

Vayamos al análisis de los datos. No sólo de la EPA, sino también de Eurostat. Analizando las series históricas y conformando la curva de empleo-desempleo, se observa que el desempleo crece cuando gobierna el PSOE y desciende cuando lo hace el PP. A nivel autonómico se repite también: Andalucía y Extremadura. Por eso, cuando el paradigma del veraneante, tinto de verano y chiringuito, ‘Snchz’ para otros, manifiesta como primera medida a adoptar si llega al poder, la derogación de la reforma laboral debe ser que el tinto lo toma a palo seco y en gran cantidad, produciéndole efectos anestésicos, para contrarrestar los dolores producidos por los jirones necesarios, para desprenderse de la cera que saca brillo a su torso. De lo que no hay dudas es de su condición de veraneante y de olvidarse en época estival de preocupaciones mundanas. O simplemente que su razón queda aturdida.

La situación actual supone una tasa de desempleo algo inferior al 20% y con tendencia a seguir bajando. La tendencia en economía es absolutamente relevante. La expectativas son buenas con respecto al ciclo económico: importante tasa de crecimiento, inflación inexistente y como digo, el empleo se está comportando bien. Derogar algo que ha supuesto adecuarse un poco a las legislaciones de nuestro entorno, flexibilizando el mercado y evitando desequilibrios e ineficiencias, sería una mala noticia no solo para los empresarios, tomadores de empleo, sino también para los trabajadores, dadores del mismo. La indefinición reinante en Europa y en el mundo en general, requiere un ejercicio de mayor adecuación de nuestra economía a la de los países más desarrollados, de ahí la necesidad de volver a insistir en la reforma laboral. Por eso, cuando insiste el señor Sánchez en la derogación sin más, a palo seco como el tinto, parece que desaprueba la tendencia descendente del desempleo, justificada en la reforma que desaprueba. Y todo indica pretender volver, sentir añoranzas, por las políticas de ZP, que nos condujeron al abismo como país y a punto de zozobrar como nación.

Hoy se ha firmado el acuerdo entre el PP y C’s. En materia laboral tres cuestiones: el contrato único, la llamada mochila austríaca y el complemento salarial o impuesto negativo sobre la renta. Cuando me niego a pensar que C’s es de centro izquierda, les digo que estoy en lo cierto. La opción transalpina supone que una parte del salario del trabajador va a tener naturaleza de salario diferido, para constituir un fondo para financiar las eventuales indemnizaciones por despido. Su remanente a la finalización de su vida activa, adoptará la naturaleza de una renta capitalizada como complemento de pensiones. El impuesto negativo ya lo propuso Milton Friedman, funcionando allí donde el neoliberalismo se ha hecho fuerte, USA y UK, por cierto, con niveles de desempleo por debajo del umbral llamado friccional: menos del 5%. El contrato único es simplemente absurdo pero sí puede reconducirse a una trilogía: indefinidos, temporales y formativos. Bienvenido sea el ejercicio de síntesis.

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