El Apunte
El conflicto eterno de gibraltar
Las últimas declaraciones o el Brexit no hacen más que actualizar una situación crónica
La letanía del Brexit –que llegará aunque no lo parezca– y las recientes palabras de un empresarios campogibraltareño tildando a la colonia de «cáncer» para los intereses de la comarca han reactivado un conflicto que, en realidad, nunca descansa. Los ciudadanos suelen ir ... por delante de sus instituciones en muchos casos. Hace muchos años que los residentes en Gibraltar y los vecinos de la comarca gaditana colindante mantienen una relación cotidiana en todos los frentes posibles, desde el laboral, al comercial, el familiar y el turístico. Lejos queda ya la época del cierre de verja, del que esta pasada semana se vivía un señalado aniversario.
Sin embargo, esa normalidad es entendida como un atentado por la mayoría de los gobernantes gibraltareños y sus cómplices de Londres, obsesionados con mantener unas peculiaridades que sólo son beneficiosas para una minoría y que consisten básicamente en otras reglas del juego políticas, internacionales y, sobre todo, financieras.
Cada tanto tiempo, esos dirigentes tensan la cuerda para recordar las diferencias que tanto les convienen y les importa poco arrasar con todos los vínculos, ellos van a lo suyo. España, de forma cíclica, se ve obligada a defender a sus pescadores, sus aguas jurisdiccionales, su Armada o a los trabajadores que van a la colonia y a los funcionarios públicos que vigilan una de las pocas fronteras ajenas al Tratado Schengen que aún sobreviven en la Península Ibérica, en toda Europa. La única fórmula para hacerlo es recordar precisamente esa condición, la fronteriza, que se traduce en mayores controles en el paso de personas y vehículos de un lado a otro. Cuando ejerce esa obligación, lamentada históricamente, tanto los dirigentes gibraltareños como los británicos se echan las manos a la cabeza y se hacen las víctimas para poder perpetuar las ventajas con las que juegan, desde siempre, en el tablero geopolítico y estratégico de Europa. Ahora la excusa es el Brexit pero siempre encuentran alguna.
Mientras vuelve a resolverse el pulso, enl Gobierno de Pedro Sánchez no hace más que vestir su inacción con el disfraz de la prudencia, quizás excesiva, que siempre se aplica al Peñón. De nuevo serán esos miles de ciudadanos los que pagan las consecuencias, bien por no poder cruzar con normalidad, o pescar para sobrevivir, bien por no poder ir y venir durante sus jornadas laborales o sus viajes particulares.
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