José María Aguilera - Opinión

El Concurso del cambio

Un 2016 que estrenaba alcalde en la poltrona mayor. Un carnavalero en San Juan de Dios que iba a revolucionarlo todo

Las llamas azuzadas por el Dios Momo consumen otro Carnaval. Las brasas arden y el crepitar del fuego acompasa al ocaso de un año especial. Distinto. ¿Distinto? Un Concurso del Falla en el que triunfaron Martínez Ares, Selu García Cossío y Faly Pastrana, como en los primeros 90; como hace 25 años.

Un 2016 que estrenaba alcalde en la poltrona mayor. Un carnavalero en San Juan de Dios que iba a revolucionarlo todo y que de momento la revolución se ha quedado en una final de cuatro y sin flores en el escenario. Eso sí, muchas quejas contra el Patronato y poca implicación para cambiar un COAC desfasado, donde los autores no pueden ser juez y parte, y exige la profesionalización de un Jurado que no se puede escudar siempre en el relativista ‘cuestión de gustos’.

Un 2016 donde los poetas elevaron su tono crítico. Pero no con el poder, al ser amansados este curso con el cambio de gobierno. No. El insulto y las descalificaciones se reparten entre los vocales y los periodistas. Pues tampoco ha cambiado tanto aquí.

Las ninfas fueron siete en lugar de nueve y cambiaron el lugar (ahora para Onda Cádiz) para situarse en la primera planta. Con su traje de piconera, con su gala en San Antonio, con su Diosa...

Las entradas de semifinales se vendieron en el Baluarte de Candelaria. Un escenario diferente. Pero las colas tercermundistas se mantienen (van a obligar a sacar todos los billetes por sorteo) y también la reventa. Poca variación.

Sesiones interminables entre semana que se alargan hasta más allá de las tres de la mañana; continuos parones por montajes colosales que se imponen a los repertorios; final descafeinada; carnavaleros malencarados y consumidos por el veneno enfrentados a sus semejantes; la suegra, la broma por el tamaño del ‘yamentiendes’, los chistes en los cuartetos...

Este Carnaval necesita, porque la merece, una profunda renovación. En 2016 todo sigue igual. Tendrá que ser otro año. U otro siglo.

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