Opinión
Complejidad
Existen corrientes científicas que se desarrollan en sentido contrario al reduccionismo
Existen en la actualidad corrientes científicas que se desarrollan en sentido contrario al reduccionismo del que ha venido haciendo gala la ciencia clásica mecanicista que se inició con Galileo y alcanzó rotundo éxito con el modelo newtoniano. La exploración de estos nuevos caminos, a partir ... de los descubrimientos de la mecánica cuántica, se lleva hoy en día a cabo mediante teorías tales como la de sistemas, la teoría de fractales, la teoría del caos, la cibernética y la cibersemiótica, la biología evolutiva o los llamados acercamientos holísticos y transdisciplinares. Todo ello abarcable bajo el epígrafe de ciencias de la complejidad.
Las ciencias clásicas, bien cimentadas sobre la abstracción propia del lenguaje matemático, han basado sus éxitos en la construcción de modelos simples de la realidad. En ese sentido se sigue hoy profundizando en el descubrimiento de una Teoría del Todo que no solo nos daría la clave de todo lo existente, sino que nos permitiría pronosticar todo lo que se nos avecina en la evolución del universo. Se trata de la búsqueda de un Dorado de la ciencia que, como en el caso de los conquistadores del Nuevo Mundo, no deja de ser una utopía.
Después de que el Principio de Incertidumbre de Heisenberg y los teoremas de Incompletitud de Goldel derruyeran nuestras más firmes certezas sobre la capacidad de la física y las matemáticas a la hora de hacer una descripción exacta de lo real, deberíamos estar convencidos de que las simplificaciones científicas procuran teorías muy exitosas de cara a los desarrollos tecnológicos, pero empobrecen sobremanera el conocimiento interior del hombre y empujan hacia el borde del abismo no solo a estos, sino a todo el sistema ecológico planetario.
Debemos convencernos de que la realidad es compleja y que, por ello, la ciencia, si hemos de seguir confiando en ella, ha de avanzar hacia la comprensión de esa complejidad en lugar de tratar de reducirla. En nuestro mundo actual, todos los sistemas que componen el entramado social continúan obcecados en esa frenética búsqueda de los sencillos mecanismos que expliquen y pronostiquen las preferencias de los votantes, los flujos monetarios, los planes de estudio del sistema educativo, las volubles corrientes de opinión, las necesidades jurídicas que regulen nuestra convivencia. Seguimos para ello utilizando el viejo modelo causístico lineal determinista que fue para Newton y sus seguidores la fórmula mágica que nos ha llevado a creer que somos capaces de imponernos sobre la naturaleza.
Nuestra sociedad globalizada actual es también un sistema hipercomplejo para cuya comprensión resulta un ejercicio banal el andar buscando la serie de las causas que nos ofrezcan las claves interpretativas de los efectos. En los conflictos sociales resulta siempre imposible distinguir las causas de las consecuencias. Pero justo aquí, en los momentos de mayor conflictividad, es cuando emergen los partidos políticos de nuevo cuño que se caracterizan por la construcción de un modelo muy simple de la realidad social y, no contentos con este logro, nos anuncian soluciones inmediatas y tajantes para acabar con todos nuestros problemas.
El último en irrumpir, Vox, con precisión médica, parece haber localizado algunas de las principales raíces de los males que perturban nuestra convivencia nacional. Nacionalismo catalán, emigrantes, autonomías o ley de violencia de género son algunas de ellas. Una vez detectados los motivos, se cortan de raíz y muerto el perro se acaba la rabia, como quien dice. El reduccionismo científico alcanza en el terreno político su expresión más ajena a la comprensión de la complejidad social.