Antonio Ares Camerino

Colorear

Los comienzos de un gran escritor empiezan con el deber de completar un cuaderno de caligrafía.

Antonio Ares Camerino

Los comienzos de un gran escritor empiezan con el deber de completar un cuaderno de caligrafía. Aprender a plasmar sobre el papel las letras inconexas del alfabeto se convierte en el útil instrumento del que se valdrá, a lo largo de su vida literaria, su imaginación para contar historias inéditas que serán buscadas por los ávidos lectores.

El momento iniciático de cualquier artista plástico estuvo cuando por una de sus primeras onomásticas le regalaron una caja de lápices de colores y un libro para colorear. El reto que se presentaba ante él era el de dar color a esas figuras perfiladas en negro con el alma blanca. Lo que antes era cosas de niños de corta edad se ha transformado en una de las terapias alternativas para combatir el estrés y la ansiedad.

Sacra punta a los lápices de colores y perderse en un mundo de animales, plantas, figuras geométricas, paisajes y mandalas se ha convertido en una forma económica de lucahar contra el estrés y en todo un fenómeno editorial.

A principios de siglo XX el prestigioso psiquiatra y ensayista suizo Carl Gustav Jüng, fundador de la escuela de psicología analítica, recomendaba como tratamiento a sus elitistas pacientes que pintaran y colorearan mandalas como técnica de relajación contra el estrés, la ansiedad y la depresión. Cuando nos centramos en pintar alguna figura sin salirnos de los límites marcados por el dibujo es preciso tener una perfecta coordinación ojo mano. En ese momento ponemos en funcionamiento el hemisferio cerebral izquierdo, el encargado de la razón. Esta circunstancia inhibe el sistema límbico de nuestro cerebro, el qué se ocupa de las emociones, lo que nos ayuda a olvidarnos momentáneamente de las cuitas que nos preocupan. Nuestro cerebro recupera parte de su orden interno y se centra exactamente en una tarea mecánica y manual. Este mismo hecho ocurre con otras disciplinas artísticas, labores artesanas y con las manualidades.

Según los expertos al colorear intervienen tanto la lógica por las formas que coloreamos como la creatividad en la mezcla de colores, además de áreas de la corteza cerebral que tienen que ver con la visión y la motricidad fina, y la coordinación necesaria para realizar movimientos precisos y pequeños. Existen métodos y técnicas diferentes de relajación, pero esta de colorear ilustraciones en libros de cuidada edición, se ha convertido en una alternativa muy demandada. Editoriales de prestigio han lanzado volúmenes de calidad superlativa destinados a un público muy numeroso. Como ejemplo baste comentar que una reputada editorial londinense lleva vendidos más de un millón de volúmenes de estos libros de “colorear”. Toda esta corriente está marcada por el fenómeno “mindfulness” o de la atención plena. Corriente budista de más de 2.500 años de historia que propone como forma de vida la monotarea, para ganar en productividad y reducir la ansiedad de no poder abarcarlo todo. Lejos de la forma de vida accidental, donde pretendemos sin conseguirlo hacer varias cosas a la vez.

Más lápices de colores y menos alprazolanes.

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