Ángel Expósito - TRIBUNA LIBRE

Coge un mapa y piensa

Cádiz es una provincia geográficamente estratégica y ahora le toca enfrentarse a su futuro

Sólo con saber algo de Geografía te das cuenta del por qué de casi todo lo que pasa en el mundo. Si además de saber... la entiendes... ya ni te cuento. La asignatura clave en nuestros mil y un sistemas educativos debería ser Geografía de España y del Mundo, para darle valor a nuestra propia Historia y para entender por dónde ha ido, por dónde va y por dónde irá el mundo. Si nos centramos en nuestro tema, comprender nuestra Geografía serviría para darle valor a sitios como Cádiz.

Ya el colmo es aplicar esa misma Geografía al paso de la Historia -y no al revés-. Se trata, pues, de comprender el presente empezando por un mapa. Es cuestión de posicionarse ante el futuro estudiando el pasado. A favor o en contra. Para aprender de los errores o no.

Para centrarnos en lo que nos ocupa y para enmarcar este artículo, coge un mapa... ¿Ya?... Bien. Pues ahora traza una línea desde el principio de la autovía a la salida de Sevilla hacia el Sur y sigue hasta llegar al Corte Inglés por el puente nuevo. En ese mismo mapa, traza ahora una horizontal desde la desembocadura del Guadalquivir hasta la carretera de Ronda. Ya estamos situados en el triángulo de la provincia de Cádiz.

Desde que el actual mundo es el mundo actual, este territorio es un enclave geoestratégico. El Sur de Europa, la punta de España, el vértice que une el Atlántico y el Mediterráneo, el balcón que se asoma a la inmensa África, la ventana desde la que se toca el Magreb y el puerto más cercano de lo que para muchos fue y es Al Andalus.

Esa posición en el planeta la aprovecharon para comerciar los fenicios (Sancti Petri) y los romanos (Bolonia). Y sirvió al Islam para saltar a aquel Al Andalus (Algeciras) y a los conquistadores para lanzarse a las Indias (Sanlúcar) y después hacia América. Y los ingleses vencieron a la Armada hasta entonces invencible (Trafalgar) y se quedaron con un trozo (Gibraltar) que ampliaron y siguen ampliando con todo el morro. Y aquí se asentaron las Cortes (Cádiz) y los franceses empezaron su derrota (Chiclana) mientras hablaban los liberales... y pasó un siglo y medio y los americanos pensaron que, en efecto, el balcón, el vértice, la ventana, la punta... ese enclave era geoestratégico (Rota), y ahí siguen. Y se construyeron búnkeres que parecen fantasmas hoy en día en la punta del Boquerón (San Fernando).

Pero los hitos no fueron sólo para la Historia (con mayúscula). También llegó tabaco hasta la Zona Franca, y riquezas hasta las casas nobles de El Puerto de Santa María y los ingleses se fijaron en Jerez y las bodegas. Hasta Spielberg construyó un campo de concentración en Trebujena para el Imperio del Sol y le escuché en su propia voz el porqué, cuando yo mismo cubrí aquella rueda de prensa: «El Sol. El atardecer de Cádiz», dijo. Esa manera de ponerse el Sol que deslumbró a Spielberg y que me sigue deslumbrando a mí cada tarde que lo veo caer junto al castillo de Sancti Petri, desde La Barrosa.

Pero es que hay más... mucho más. Y nació la más grande en Chipiona y aquellos alemanes se plantaron en Zahara de los Atunes a la vez que «nozotro lo británico...» de Gibraltar se aposentaron con toda su jeta en Sotogrande. Y en la Isla, nació Camarón. Y desde ahí, de un brinco, a Medina Sidonia y un pelo más allá te estampas con Arcos como un acantilado y con los Alcornocales, los pueblos blancos y entre retintas y los molinos eólicos llegas hasta los Barrios y las chimeneas de la refinería.

Y aún hay quien habla de territorios históricos, mirándose el ombligo con una miopía cateta inaudita. Así les va y, por desgracia, a la vez que a ellos, así nos va a todos. Para Historia la Historia de España. Para Comunidades Históricas... todas y en particular Andalucía. Y dentro de Andalucía... Cádiz.

Y ahora, ¿qué?

Casi todo lo contado hasta ahora es Historia y son historias, pero ahora toca enfrentarse a un futuro más geoestratégico aún, si cabe. Porque la situación geográfica de la provincia de Cádiz es la misma, pero los vecinos puede que hayan cambiado. Coge de nuevo el mapa y comprueba que las dos líneas en horizontal y vertical sirguen valiendo, pero constata cómo los vecinos, en efecto, han cambiado.

Varios ejemplos: los gibraltareños vuelven a ser extranjeros porque su metrópoli les ha echado de la Unión Europea. Y junto a ellos han reavivado el problemón del Campo de Gibraltar y de La Línea de la Concepción y deberían, ya de paso y de una puñetera vez, acabar con el paraíso fiscal y con la ignominia del contrabando o con los bloques de hormigón en la bahía. Deberían parar ya su expansión mediante escombros en las aguas del Oriente del Peñón.

O el Magreb que se vislumbra a través del Estrecho, que despierta de un sueño irreal que algunos se creyeron de verdad como una primavera. Un Magreb que se impone majestuoso y que parece que lo tocas desde Tarifa.

Y más al Sur, el enorme Sahel que atraviesa casi toda ‘CaosLandia’ de Oeste a Este. Ahora que todo ‘quisqui’ habla de refugiados y de inmigración y de cómo huir del infierno hacia el sueño europeo, precisamente ahora, recuerdo la primera vez que olí y miré a los ojos a un grupo de magrebíes recién rescatados de su patera a la deriva en Caños de Meca. Con el faro a mi izquierda y yo aún digiriendo un atún de Barbate.

¡Qué cosas!... a Cádiz, precisamente a la provincia de Cádiz, le van a dar lecciones de solidaridad, de acogida, de conciencia... precisamente al hospital Punta de Europa le van a explicar cómo se atiende a un inmigrante. A buenas horas Europa se ha dado cuenta de lo que desde esta parte de España se lleva advirtiendo desde hace decenios. ¡A buenas horas!

Por cambiar, hasta han cambiado -a mejor- los americanos que ahora reconocen, incluso más que nosotros mismos, esa ventaja capital de esta parte del mundo. Pero sin duda alguna, quienes mejor saben lo importante de este triángulo geográfico del sur de Andalucía, del Sur de España y del Sur de Europa son aquellos que sueñan con el Norte para sobrevivir o los otros que lo anhelan para reconquistarlo aunque sea diez siglos después.

Sólo falta entonces que ante lo que fuere, Cádiz, Andalucía y España, todos nosotros nos creamos ese carácter geoestratégico fundamental. Que nos vengamos un poquito arriba, que saquemos el orgullo en lo político, en lo económico y sobre todo en lo social. El orgullo de ser o de estar en Cádiz. Se confirma aquello tantas veces dicho y oído: «No sabemos lo que tenemos. No sabemos valorar lo que tenemos».

Ahora vuelve a mirar el mapa de Cádiz, piénsalo, y clávalo en la pared para que te pares unos segundos, para que lo mires y descubras una ruta o un pueblo siempre que pases frente él.

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