El Apunte - OPINIÓN
El uso del coche y el mal menor
La creación de aparcamientos y zonas para estacionar al borde del casco antiguo es la mejor forma de protegerlo del automóvil
Aparcar en el centro de Cádiz es una tarea difícil que se ha complicado en los últimos años y especialmente desde la apertura al tráfico del nuevo puente sobre la Bahía, hace ya unos 15 meses. La tarea de encontrar estacionamiento es especialmente compleja durante las mañanas laborables porque es el momento en que la mayoría de ciudadanos se concentra en esta zona. También resulta especialmente molesto en las fechas de grandes concentraciones festivas o de compras. Las dimensiones de la capital gaditana y el peculiar perfil urbanístico de la comarca, con grandes poblaciones separadas por unos cuantos kilómetros, más las carencias en el transporte público (sin tranvía, sin estación de autobuses, con poca frecuencia de Cercanías) hace que la mayoría tienda a moverse en vehículos para hacer las gestiones de la vida diaria. Para ello, la zona azul y las bolsas de aparcamiento juegan un papel fundamental.
El objetivo es doble: concienciar a los ciudadanos de que no usen tanto el coche y crear estacionamientos que impidan que invadan las zonas que más hay que cuidar de cara a comercio, vecinos, turismo y hostelería, como podrían ser el Paseo Marítimo y el casco antiguo. Para proteger este último y deshacer el nudo creado en la carretera industrial, parece necesario recuperar el proyecto de aparcamiento en la plaza de Sevilla, además de tratar de recuperar terrenos sin uso en el recinto portuario. Que los aparcamientos actuales están saturados es una evidencia. Excepto el de Santa Bárbara, los demás ofrecen frecuentemente colas de muchos minutos a pesar de su elevado precio.
Oponerse a los aparcamientos subterráneos y a la utilización de zonas sin uso concreto para poder almacenar esos vehículos y liberar para el peatón otras áreas no tiene sentido. Ni por cuestiones ideológicas ni ecológicas. Los coches no van a desaparecer, simplemente estarán hacinados, mal aparcados, molestarán más. De forma paralela a la mejora urgente, y pendiente, de los transportes públicos colectivos, resulta innegable la necesidad de crear nuevas opciones al borde del centro histórico, precisamente para disuadir a los automovilistas de que lo tomen. Por mal que suene, es el mal menor.