OPINIÓN

Cine de verano

Escenarios de las noches estivales de nuestra infancia eran lugares de encuentro y esparcimiento pero antes que nada cines

Escenarios de las noches estivales de nuestra infancia, aquellos espacios bajo las estrellas suavizados por las brisas eran lugares de encuentro y esparcimiento, pero antes que nada cines y las películas eran lo importante; tiempos en los cuales la informática aún era ciencia ficción y ... apenas se veía televisión. Recuerdo una noche al comienzo de los años sesenta, los chavales esperábamos una colorida película de vaqueros e indios protagonizada por alguien parecido a John Wayne; cuando la gran pantalla nos mostró “Calabuch” del español Luis García Berlanga. Una cinta en blanco y negro rodada en Peñíscola hacia 1953 con actores y figurantes españoles. La decepción distrajo a varios amigos, pero a otros nos atrapó el encanto de la narración, un científico americano escapado de investigaciones militares, que acaba por idear un cohete pirotécnico mediante el cual el pueblo de Calabuch vence de forma espectacular en un concurso de fuegos artificiales. Ahora pienso que nos seducía el ajeno mundo de los americanos, cuando, lo mejor que tenemos los españoles es ser como nosotros mismos.

En 1973, Cuadernos para el Diálogo edita el libro “Cine español: algunos materiales por derribo”, en el cual sus autores, Carlos y David Pérez Merinero, denuncian que nuestro cine es un mercado cautivo controlado por las distribuidoras americanas, incapaz de amortizarse en el mercado interior y sin mercado exterior. Resulta paradójico que mientras las películas americanas se proyectan dobladas en España, las españolas son obligadas a exhibirse en Estados Unidos siempre en versión original con subtítulos. Casi medio siglo después, la situación persiste pues los yanquis resultan proteccionistas en su economía interior, pero liberales en el exterior. Otros países europeos protegen a su industria cinematográfica de forma mas eficaz, como en Francia donde la República realiza fuertes inversiones para favorecer el desarrollo de un cine propio

Estas reflexiones no pueden eludir la irresistible fascinación de algunas películas americanas que compatibilizan su carácter comercial con el placer cinéfilo, como “Memorias de Africa” (1985) de Sydney Pollack, un director peculiar que se maneja en diferentes registros con profesionalidad y elegancia. Esta obra utilizaa una bella historia,”Out of África” de la escritora danesa Karen Blixen, con dos actores estupendos: Meryl Streep y Robert Redford. Emociona desde su comienzo: “Yo tenía una granja en África al pie de las colinas de Ngong”, para dar entrada a la música de Jonh Barry. Dos escenas impresionan de forma especial. Karen propone a su amante, el aventurero Denys Flinch Hatton, que se instale en su casa, a lo cual él se resiste acogiéndose a la libertad amorosa a la manera del socialista utópico Charles Fourier (1772-1837). En otra, el Barón Hans Blixen visita a su esposa para comunicarle la muerte de su amante por accidente con su avioneta. Cómo no citar a John Huston (1906-1987), con películas tan emocionantes como “El Halcón Maltés” (1941) o “La Reina de África” (1951), con Humphrey Bogart en dos momentos muy diferentes de su atractiva trayectoria. El seductor encanto de “La noche de la iguana” (1964) con tres intérpretes de enorme talla: Richard Burton, Ava Gardner y Deborah Kerr, mediante la cual hasta mejora la pieza dramática de Tennessee Willians. Especial interés presentan dos obras, ya casi al final de su carrera. “Fat City”, Ciudad Dorada (1972), sobre el mundo del boxeo, en la cual Huston demuestra estar enamorado de los perdedores. “Sangre Sabia” (1979), es la historia de un combatiente en Vietnam que se hace predicador pese a su apasionado ateísmo.

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