Opinión
La chica de la rotonda
Pedro Sánchez movió así las manos e inventó la solidaridad, el consejo de ministras y la reforma constitucional
Pedro Sánchez movió así las manos como un mago y con esa determinación suya de guapo del barrio de Tetuán, inventó la solidaridad, el consejo de ministras y la reforma constitucional. El segundo día, creó Twitter, los aviones, el incienso, el Turnitín, el verdadero patriotismo ... y las dinámicas del centro izquierda a su manera. El tercer día enmendó su propio borrador de presupuestos generales del Estado por el lado de la subida de la cuota de los Autónomos. Para algo están los borradores. El presidente del Gobierno, que va a dejar su proyecto presupuestario que no lo va a reconocer ni su puñetera madre, lamenta a veces que no se pueda enmendar algo antes de crearlo, algo así como una enmienda previa, una rectificación de rectificaciones. Eso mismo lo intentó con el fin de los aforamientos y le pasó el balón al Consejo de Estado antes mismo de chutarlo. Veremos.
Recuerdo cuando no pasaba nada. También puedo retroceder hasta los días en que las cosas pasaban una detrás de la otra. Ahora vemos la realidad bajo el flash intermintente de la luz estroboscópica de aquella discoteca de Hernani en la que bajábamos a la pista por unas escaleras de caracol como si fuéramos ganado de carne adolescente. Cómo lo pasábamos en aquel bache. En algún momento perdí el flequillo y ahora se me descoyunta la sucesión de pasado, presente y futuro.
Lo que queda de mí habita en espíritu bajo la moqueta gorda del Congreso de los Diputados, que es una pista de desparrame espacio temporal que gira y gira como los patitos de esos puestos de feria en los que pescan los críos y en los que, algunos días, el recuerdo de Mariano Rajoy parece el de Kennedy. Ayer a Dolors Montserrat, que quiso hacer un repaso de dos minutos a los errores de Sánchez, se le metió el guarro en la cebada con el tema de la coordinación de los ministerios y se empezó a perder en Waterloo, el máster de Montón, el lío de la ministra choni, las Herriko Taberna, el hombre en la Luna y en la tierra, Pedro, Pablo y otros apóstoles a los que probablemente se refirió aunque no los nombrara. En su descacharrado discurso -quién no tiene un mal día- ha terminado por reprocharle al Gobierno que tiene a las prostitutas desconcertadas. Y si fuera solo a las prostitutas.
De camino al estudio de Lucas al norte de Madrid, en la cuneta que te conté, de pie junto a un muro bajo garabateado en graffitis que no son de Bansky, cada día veo a la misma mujer. Permanece allí, exótica como una flor de otro mundo, estática como un quetzal de carretera. Al cierre de esta edición desesperada, la chica de la rotonda viste una faldita de raso negro y un top blanco. Parece algo cansada. Vende calor. A través de las lunas de los coches busca los ojos de los hombres y los mira como si aún fuera verano. Como si lo tuviera todo claro. Para las prostitutas siempre es verano. No sé si está desconcertada, pero intuyo que también se le va a hacer largo el invierno.