OPINIÓN
Cerrazón hospitalaria
Las camas sin usar y las áreas en obras se han convertido en una costumbre que limita la atención
Las vacaciones en todos los centros de trabajo pasaron hace mucho. En los centros sanitarios también deberían haber terminado ya pero parece que nunca acaban. Al menos, en los efectos que tienen para demasiados usuarios. En los hospitales públicos de la provincia parece que no ... viene mal alargar el verano para cuadrar presupuestos a final de año, para entrar en ese cinturón de los recortes que tanto denuncia la Junta de Andalucía cuando aplican los demás pero tanto utiliza desde hace años. Con la coartada de la crisis y sin ella. El Puerta del Mar, por ejemplo, mantiene aún cerradas decenas de camas a pesar de que la mayor parte de la plantilla ya está en sus puestos. A esta anomalía, que se está convirtiendo en costumbre desde hace años, se añaden unas obras de mejora que se eternizan y también limitan la capacidad de atención. Sobre todo, la de hospitalización para los que lo necesitan. La medida no es nueva ni ha llegado con este último curso. Se repite cada año con la misma intensidad ignorando el aumento de la presión asistencial en áreas tan sensibles como Urgencias.
Los usuarios soportan esperas irritantes para ingresar y es habitual la dispersión de pacientes por las plantas del hospital, alojados en áreas que no corresponden a sus dolencias. Ya desde hace más de diez años son habituales las quejas y denuncias, sindicales o de usuarios, por las habitaciones clausuradas hasta diciembre con la excusa de realizar trabajos de mantenimiento que bien se pueden llevar a cabo durante los meses de verano.
Y todo esto se hace –un año sí y otro también– en el mayor hospital de la provincia, el de referencia, el que ofrece varias especialidades en exclusiva y al que recurren pacientes de todas las localidades gaditanas.
Los propios profesionales sanitarios ya han exigido en repetidas ocasiones que no se vuelva a repetir esta alarmante situación porque reduce la calidad de la atención que se presta a los usuarios, que son los que finalmente terminan pagando el recorte y la mala gestión. Un verano más han soportado la larga espera en Urgencias, el retraso de su cita con el especialista y el cierre de las consultas de atención primaria durante las tardes. Otro verano de asistencia insuficiente que se prolonga hasta el invierno, en el que se vuelven a tapar recortes con supuestos refuerzos que nunca llegan.