José Landi

Ceniza y piñata

Ya no salen lágrimas de purpurina o de papelillos hechos con recortes del ‘Pronto’

José Landi

Echas de menos echarlo de menos. La tristeza se añora mucho. Eso se aprende tarde. Mejor la punzada de melancolía, con el último sol del último día, que la indiferencia y la resignación, versiones aguadas de aquello innombrable. Ya no salen lágrimas de purpurina o de papelillos hechos con recortes del ‘Pronto’. Será porque estos hartibles, en realidad, ya no dejan que acabe nunca o porque nosotros, igual de pesados, estamos acabados ya, resfriados siempre. Entre unos y otros, ni se puede llorar a gusto.

La ciudad que sonríe. Qué cobazo. Serían unas calles. Un par de ellas o tres se descojonaban por lo calentitas que iban. Llevárselo da calor. Si las manos están a buena temperatura, si los pies están envueltos en pieles, el resto ni es frío ni es nada. Cuando llegue la próxima entrega de la letanía micadi-micadi, cuando el winter comes again, sonará la campana que anuncia la última vuelta. Todos se pondrán de los nervios. Deslenguados, desbocados, le clavarán las espuelas a los jamelgos que aguantan a jinetes y expertos. Dirán que hicieron lo que no vimos y negarán haber hecho todo lo que ves. Los dirigentes congénitos contarán que avisaron: sólo ellos tienen derecho, saben manejarse de siempre, vía parenteral. Déjame a mí. Para robar, mejor los habituales y habituados. Nos fascinan las películas de atracos perfectos. Algunos –dentro de un año que durará como un mes– van a presentarse como nuevos sólo por serlo. Cuando también se creen llamados, destinados. Son otra rama del mismo árbol, siempre bien regado.

Los que dicen odiarles, de tanto mirar de reojo, se les parecen. Ignoran lo cansino de las fijaciones y que todo se le perdona al hombre (perdón) menos aburrir. Para relevar a los de antes –tal cabreo, tal asco teníamos– servía cualquiera. Luego hemos comprobado que no. Que tampoco se resisten a resistir, a sobrevivir, que también se creen elegidos por unas simples elecciones. No tiran de abolengo, van de otras cosas: ética, honestidad, moral... Nombres distintos de la misma nada. Pase lo que pase, los que pierdan hablarán de complú. Votantes manipulables con cerebro lavado y marcado: jóvenes que aún no saben, viejos que ya se sabe. Campeones de la democracia. Aquellos nunca se creen obligados a dar ejemplo. Éstos, ni pueden ni saben.

El cabrón tenía razón. Si no abandonas toda esperanza, da igual. Ya te abandona ella. Si una ONG llega a un infierno arrasado y su primera idea es montar una orgía con las víctimas, qué no haremos nosotros, pobres satanes y satanas, en este edén con paga que apenas sufre tres ventoleras al año para disimular.

Todo era mejor cuando el domingo de piñata daba pena. Quizás, no. Era igual pero nos mentíamos mejor. Ya nos hemos visto todos los trucos ¿Quién me trae esa inocencia para subirme al altar? Hace falta mucha para votar, creer o admirar. Hasta para escuchar Carnaval.

Ceniza y piñata

Artículo solo para registrados

Lee gratis el contenido completo

Regístrate

Ver comentarios