EL APUNTE

El CATE, una solución a medias

El centro de acogida a inmigrantes de San Roque cumple una semana como un sitio «más digno» pero con críticas por falta de medios policiales

LA VOZ

El CATE, el centro de acogida para inmigrantes que el Gobierno ha puesto en marcha en San Roque ante el aumento de la presión migratoria en El Estrecho estas últimas semanas, ha cumplido ya una semana de funcionamiento. Y en este tiempo destacan dos hechos fundamentales. Por un lado, si es o no un lugar más digno donde acoger a los extranjeros irregulares que son rescatados. Y por otro, si el recinto y los medios de seguridad que tiene son los adecuados y necesarios.

En el primer caso las valoraciones que se hacen son más favorables. Cierto es que era fácil superar el tener hacinados en comisarías y puertos o sin poder bajar de las patrulleras a los inmigrantes por el colapso de todas las instalaciones. En este sentido, el CATE –y también el hecho ineludible de que hayan llegado menos pateras– ha resultado un alivio. También para los ayuntamientos de la zona que se estaban viendo obligados a habilitar pabellones y asumir el coste para darles a estas personas ese lugar algo más digno. Un portavoz de la Plataforma Pro Derechos Humanos de Andalucía del Campo deGibraltar valora este hecho pero recuerda que sigue siendo un «gran calabozo».

Más críticos son los sindicatos policiales al respecto. Ya han pasado 2.500 personas por las instalaciones de Crinavis. En esta nave se recepciona a los inmigrantes en las horas o días inmediatos a su llegada y allí mismo se realiza todo el trámite que se pone en marcha por su llegada irregular a España para después trasladarlos a centros de Cruz Roja, ONG, devueltos sin son marroquíes o se les deja en libertad. Y es entonces cuando hay que cumplir escrupulosamente y en el tiempo exigido por la ley ese trabajo. En este sentido el SUP denuncia que no hay agentes suficientes. Las unidades de Extranjería y de Científica están «saturadas». Y también las unidades especializadas en Seguridad Ciudadana, como los equipos de UIP y de la UPR de toda la provincia, que se hacen cargo de la custodia y traslados dejando de lado otras tareas en las que son expertos. Según se denuncia, están «cobrando una miseria» en jornadas que son maratonianas e incluso ellos mismos tienen que adelantar el dinero de su comida. Está bien que se haya buscado una solución para que los inmigrantes que llegan tengan una acogida «más digna» pero no hay que olvidarse tampoco de los que aquí trabajan para que esas personas puedan estar algo mejor.

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