OPINIÓN
El carnaval sesgado
Casi todos los grupos muestran una adhesión inquebratable al Gobierno local, que maneja el fenómeno como quiere
El Carnaval, al menos en la notable porción que corresponde al Concurso Oficial de Agrupaciones del Falla, es una obsesión para el nuevo Gobierno municipal. Ha quedado claro a lo largo de los últimos meses. Quizás por la notable trayectoria como comparsista del alcalde, quizás por contar con ciertos apoyos en el colectivo de las agrupaciones que concursan –incluso apoyaron su cruzada contra la presunta existencia de «hambre» en Cádiz–, la cosa es que el Ejecutivo local ha insistido en varias ocasiones en hacerse con el control de la fiesta mayor de la ciudad. Por simbólica y reconocida que sea, por eco que tenga, no deja de ser una fiesta, una celebración, ocio, tradición y artesanía. Es decir, dista de ser una prioridad vital de cualquier gestión sensata. Aún así, en dos años y medio con el bastón de mando, ha tratado de hacerse varias veces, con insistencia y perseverancia, con el mando de la organización de la fiesta. Parece que lo ha logrado aunque siempre la tuvo de su parte, claramente. Que sea un espectáculo y un punto de encuentro para miles de aficionados, gaditanos y de la provincia, de Andalucía o de cualquier lugar no frena este propósito. Podemos quiere que sea el Carnaval que ellos quieren aunque siempre suplanten su voluntad como la de «la gente», «el pueblo» o «los que hacen la fiesta».
Durante los últimos meses se produjo el mayor caso de interferencia en la organización del Carnaval. El equipo de Gobierno llevó a cabo un plan para reformar el Patronato del Concurso (su organización ejecutiva). En esa propuesta, la base era expulsar a todos los colectivos presentes para volver a dejar entrar, o no, a los ideológicamente afines. Esta modificación precisaba de unanimidad municipal, debían respaldarla todos los partidos sin excepción (para evitar la manipulación política, precisamente) y todos los demás partidos (PP, PSOE y Ciudadanos) se opusieron a esta tropelía. El nuevo Gobierno local, con todo, cuenta con la lealtad irracional y absoluta de todos los colectivos y creadores de la fiesta organizada. El Concurso Oficial de Agrupaciones del Falla, la fiesta en general, funciona con gran éxito y si se trata de cambiarla hay ventaja de salida. Da igual, lo que cuenta es un presunto ajuste de cuentas con un pasado que siempre les parece corrupto y viciado, sin excepciones.