IGNACIO MORENO BUSTAMANTE - OPINIÓN

Por la calle Ancha

Hace una semana me crucé con dos de los gaditanos de mayor talla intelectual a día de hoy. Nadie los conocía

Hace hoy justo una semana, paseando por la calle Ancha –Topolino en mano–, me crucé con dos de los gaditanos de mayor talla intelectual que a día de hoy tenemos vivos sobre la faz de la tierra: José Pedro Pérez–Llorca y Hernán Cortés. Paseaban juntos sobre la faz de la calle San José, conversando animadamente, junto a otro grupo de personas. El primero es probablemente una de las personalidades más cultas que ha parido esta tierra. Actualmente es presidente del Patronato del Museo del Prado, tras una brillante carrera como jurista, ministro y diplomático. Y es, sobre todo, uno de los padres de la actual Constitución Española, la que nos ha permitido a todos los españoles vivir las décadas más prósperas de nuestra historia reciente. El segundo, Hernán Cortés, es el pintor de mayor prestigio de España. Miembro de la Academia de Bellas Artes, sus retratos son de una perfección inaudita y su talento es reconocido en toda Europa e Iberoamérica.

Me los crucé, como digo, en el tramo entre la Plaza Mina y la calle Ancha. Nadie les molestaba, pues nadie les reconocía. Para quienes sí sabemos de sus méritos, desprendían un aura de humildad, de sabiduría reposada, realmente abrumadora. Sin embargo, para la inmensa mayoría de sus propios vecinos –ambos tienen casa en Cádiz pese a residir en Madrid– eran dos transeúntes más. No les quepa la menor duda de que si en lugar de ellos caminaran por la calle dos concursantes de Gran Hermano o dos autores de alguna de las comparsas punteras del Carnaval de Cádiz, la imagen hubiese sido muy distinta.

Y es que vivimos malos tiempos para el talento. Para la brillantez. La de verdad. Pésimos. Y ya no les digo para la cultura del esfuerzo y para la capacidad. Hoy en día todo el mundo se cree que vale para cualquier cosa. Y, sobre todo, que tiene derecho a disfrutar de ciertos privilegios sin contraer ningún mérito. Solo por el hecho de ser ‘gente’. ¿Para qué voy a esforzarme en estudiar si puedo hacerme famoso en una isla televisiva? ¿Por qué no voy a poder ser concejal de mi ciudad o mi pueblo aunque no sepa ni hablar, aunque no tenga un mínimo de formación y experiencia? Y no precisamente por falta de oportunidades, si no porque no me dio la gana de aprovecharlas cuando las tuve. Que las tuve. Casi todos las tuvimos gracias a ‘gente’ como Pérez Llorca, que antepuso los intereses de su país muy por encima de los suyos propios. Que puso todo su enorme talento y capacidad al servicio de los demás. De una forma callada, humilde. Eficaz. Y no como cientos de patéticos ‘políticos’ que sufrimos hoy en día, que por dar tres gritos en una asamblea con un micrófono ya se creen los salvadores del mundo. Y no saben ni comportarse.

Cádiz, quien te ha visto y quien te ve.

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