La cala de los arquitectos
'La Maison en bord de mer' E 1027 es un prisma blanco colgado en el acantilado que quiso ser tranquilo refugio para Eileen y su amante Jean Badovici
Si usted visita Niza, con cualquiera de las guías que pueden encontrarse en las librerías de viaje, seguramente recorrerá un paseo de los Ingleses modernizado, por el cual aún deambulan abuelitas tiradas por su caniche y elegantes hombres maduros muy bronceados. Buscará en la ciudad ... vieja imposibles tiendas de antigüedades, disfrutará de una copa de Ricard en románticos veladores bañados por la brisa del Mediterráneo y podrá saborear las exquisitas trufas de la Provenza en algunos de sus viejos restaurantes. Tal vez perciba ecos de aquellos tiempos en los cuales estos lugares fueron frecuentados por Picasso, Man Ray, Paul Eduard y Matisse, cuyo museo es visita obligada. También tomar un té en el hotel Negresco donde cuentan que cierta diva parisina se cortó las venas en una bañera que rebosaba champán rosa. Quizás su guía cuente que junto al puerto de Antibes pasó sus últimos días Graham Greene en compañía de su amante Ivonne Cloetta con quien acudía a misa los domingos, pues el escritor inglés se había convertido al catolicismo considerando las ventajas de una religión que aseguraba el perdón de los pecados. Ninguna guía elude los cercanos lugares de la Costa Azul como Saint Tropez y Mónaco, es de esperar que también recomienden una visita a la Fundación Maeght, del arquitecto español Josep Lluis Sert quien a su vuelta del exilio proyecta en Barcelona la Fundación Miró. Precisamente estos días en la galería de la Provenza se exhibe una muestra dedicada al pintor catalán.
Es menos frecuente que las guías al uso apunten la visita más sugestiva. Muy cerca de la estación ferroviaria del pueblo costero Roquebrune-Cap Martin se encuentran dos iconos de la historia de la arquitectura moderna: la casa de Eileen Gray y el Cabanon de Le Corbusier; ambas han sido recientemente rehabilitadas y el Centro de Monumentos Nacionales organiza visitas guiadas. Conviene advertir que para proteger las piezas y su delicado contenido se organizan grupos muy reducidos y es preciso reservar plaza con mucha antelación. De todas formas, siempre se puede visitar el centro de información Cap Moderne y sobre todo descender a la cala y desde allí contemplar las obras de los maestros. En ese lugar Le Corbusier se entregó al mar un 27 de agosto de 1965.
“La Maison en bord de mer” E 1027 es un prisma blanco colgado en el acantilado que quiso ser tranquilo refugio para Eileen y su amante Jean Badovici. Su construcción termina en 1929 cuando la arquitecta tenía 51 años. Le Corbusier fue gran amigo de la pareja y estaba obsesionado con esta villa; cuando Gray y Badovici rompen y éste se queda con la casa invita con frecuencia a Le Corbusier donde pinta cuatro murales que indignan a su la autora del proyecto. El genial suizo incluso quiso comprar la casa pero finalmente opta por construir junto a ella una pequeña cabaña de vacaciones: el Cabanon, que él describe como un “château” en la Costa Azul de 3,66x3,66 metros, un regalo extravagante, confortable y bonito para su esposa. A estas dos piezas tan singulares se añadieron las Unités de Camping en 1957, concebidas en un principio por Le Corbusier como talleres de artistas. Esa pedregosa playa mediterránea ofrece una insólita lección de arquitectura contemporánea. De vuelta a la estación, en Cap Moderne, la exposición de fotografías de aquellos veranos “Encuentros al borde del mar” muestra imágenes acerca de las aventuras y desventuras de los profesionales que hicieron posible la modernidad.
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