Un vuelco electoral que puede sacudir la provincia
Pese a que los comicios de este domingo eran puramente regionales, muchos ya los ven como la antesala de un cambio en los gobiernos de los municipios gaditanos
No es la feria lo que cada uno cuenta según le haya ido. Son las elecciones. Fíjese en las declaraciones que realizan los políticos al día siguiente de celebrarse. A quien le fueron bien hace pronósticos sobre los siguientes comicios, aludiendo a procesos, corrientes y ... concatenaciones que juegan a su favor. Por contra, a quien le vinieron maldadas afirma que cada elección es un marco estanco, al que ni tormenta, ni bonanza su rumbo a torcer alcanza y que los datos no son extrapolables. Sin embargo, entre una postura y otra hay algo evidente tras la jornada del 19-J: se ha producido un cambio de sensibilidad en los votantes que hace augurar un nuevo marco político en la provincia en menos de un año.
En la provincia de Cádiz, y en Cádiz capital más todavía, tenemos la experiencia de que el elector puede votar a un partido en unas elecciones y a su némesis en las siguientes. Los candidatos, el hartazgo político, la aceptación de la gestión o la premisa de la estabilidad son variables que van cambiando en función de cada cita con las urnas. Pero resulta innegable que el proyecto de Núñez Feijóo y el de Pedro Sánchez siguen tendencias opuestas y que éstas tendrán su reflejo cuando se renueven los ayuntamientos. Sobre todo, ha quedado claro que frente a la crispación de los extremistas, los ciudadanos prefieren la moderación, el discurso sosegado y la gestión eficaz. Es por eso por lo que en muchas localidades de la provincia en la que salió victorioso Juanma Moreno, puede que se apueste por alcaldes que han puesto su labor como gestores por encima de la demagogia.
Las previsiones para los que han hecho de la bronca su mensaje no son tan halagüeñas. Esos alcaldes que han basado su gestión en buscar enemigos, internos y externos, y en llenar con ideología lo que deberían haber sido propuestas, deben estar preocupados. La ciudadanía, más en estos procelosos tiempos de crisis, no quiere más fórmulas mágicas. Sabe que el futuro de la comunidad, del país y de los ayuntamientos, pasa por la fórmula del trabajo, constancia y dedicación por encima de los grandes titulares en prensa. Aunque aún haya quien piense que las únicas barbas que se cortarán sean las del vecino. Y no las propias.
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