La violencia nunca es el camino
La radicalidad en las protestas de la industria del metal sólo sirve para generar un efecto rechazo en la población
La violencia puede parecer un camino rápido, pero no hace sino entorpecer las cosas. Las negociaciones entre los sindicatos y la Femca parecían, en el arranque de la jornada de ayer martes, estancadas y sin visos de prosperar. Después del día, con los violentos enfrentamientos ... de varios grupos de radicales con las fuerzas del orden, la posibilidad de acuerdo ha dado un par de pasitos hacia atrás. De la misma manera, ha retrocedido un par de pasos el apoyo y la simpatía que el conjunto de los trabajadores del metal –nuestros hermanos, nuestros sobrinos, nuestros vecinos, nuestros padres o nosotros mismos– recibía del resto de la sociedad. Y, como apuntaban ayer tanto la patronal del metal (Femca), como la Confederación de Empresarios y el propio consejero de Hacienda (Juan Bravo), también se ha visto afectada la confianza de los mercados, de los inversores, de los potenciales clientes de las industrias del sector del metal en la provincia de Cádiz. Quien tiene el dinero lo que más valora es la tranquilidad e imágenes de barricadas, fuegos y enfrentamientos con la policía no contribuyen a eso.
Tampoco resulta comprensible que organizaciones sindicales con tanto peso como UGT y CC OO sean tan melifluas a la hora de condenar la violencia protagonizada por grupos de radicales. Ellos deben buscar el bienestar de los operarios, de quienes trabajan morigeradamente y tienen sus lógicas reivindicaciones laborales. Pero no pueden buscar coartadas para los violentos, con argumentos como el de que la propuesta de los empresarios fue «una provocación» o de que Femca «caldeó el ambiente». El accidente que tuvo un vehículo de la Guardia Civil ayer en La Línea demuestra que, cuando se juega con fuego, el peligro de salir quemado es francamente alto.
Hay un lugar para las reivindicaciones laborales y ése es, sin duda, la mesa de negociación. Sólo quienes se sientan a dialogar, con mesura y con voluntad de acercar posturas, pueden alcanzar algún tipo de acuerdo. Pero quienes siguen la ley de la barricada, el fuego y la pedrada sólo conseguirán empeorar la percepción que se tiene de las cosas y que los futuros contratos de quienes confían en tener plantillas asentadas y currantes terminen pasando de largo.