Ni violencia ni acoso, ni estantes vacíos
La movilización en el transporte es respetable sólo si elude la agresividad pero no debe repercutir en una grave situación de desabastecimiento para una población que bastante tiene
El repentismo y la prisa, el miedo y la histeria parecen componentes de la nueva sociedad. La cascada de información, y desinformación o rumores o bulos, además de su asombrosa velocidad de difusión hace que los conflictos se conviertan en crisis en cuestión de horas. ... Del conflicto al apocalipsis hay varios pasos y una buena parte de la población, en algunos casos con motivos, parece darlos cada vez en menos tiempo. Ya sucedió con el inicio de la pandemia. También con una falsa alarma de desabastecimiento el pasado otoño. Ahora se reproduce por una incipiente escasez provocada por un doble elemento: invasión de Ucrania y huelga patronal de transportes.
Si esos son los nuevos modos de gran parte de la población no son mejores los de algunos de sus representantes políticos, sindicales o empresariales. Dejarse llevar por la demagogia es uno de los vicios de la política actual. De esta enfermedad, altamente contagiosa, son clara muestra los populismos extremistas, que en la provincia representa el alcalde de Cádiz, José María González Santos, junto a otros muchos dirigentes de distintas formaciones. Tanto en este nuevo conflicto del transporte, como ya sucedió en la muy sonada huelga del metal, siempre hay una tentación de justificar, comprender e incluso apoyar a los más radicales, a los violentos. Pero en todos los conflictos, en todas las situaciones, es innegociable situarse contra los violentos. Además, siempre son una minoría que hace mucho ruido mientras que los manifestantes coherentes, los que usan la palabra y el argumento, se quedan en el anonimato con más facilidad. Los piquetes, las piedras en los parabrisas, las ruedas pinchadas son técnicas intolerables, semimafiosas, son los menos pero los más visibles. Es necesario que abandonen su actitud, que nadie les respalde y activar un diálogo directo y honesto. Las estanterías han empezado a vaciarse y pronto irán a más. La ciudadanía, que también padece el brutal incremento del precio de los combustibles, que está en el origen de esta movilización de algunas empresas y autónomos, no merece que sus numerosos problemas se vean incrementados por una huelga insensible, que ni siquiera es de todo el sector.