EL APUNTE
Una vida dedicada al servicio a los demás
Las Fuerzas Armadas han demostrado durante la pandemia que son necesarios y eficientes
Ocurre habitualmente en la vida. En muchas ocasiones, en una normalidad, en una tranquilidad, en la misma cotidianidad, no se es suficientemente consciente del valor que tiene algo hasta que de verdad se necesita.Hasta que se busca y urge la ayuda. Y la crisis ... sanitaria, la aparición de un virus inesperado a nivel mundial, deja muchas enseñanzas como ésta, como el valor que hay que darle a profesionales como los sanitarios, los policías, la gente dedicada a la atención pública, los militares... que han estado para lo que se les necesitaba, ejerciendo su trabajo, sí, pero dándolo todo en muchas ocasiones y, poniéndose a menudo en riesgo.
La razón la resume perfectamente hoy en una entrevista concedida a este periódico el subdelegado de Defensa, el coronel de Infantería de Marina Joaquín Tomás González Fernández quien, tras nada menos que 42 años de servicio pasa ahora a la reserva. «Las Fuerzas Armadas han vuelto a demostrar su espíritu de servicio», sentencia. Espíritu de servicio.Es decir, una vocación profesional señalada y decidida de poner su trabajo, enseñanza y oficio a favor del otro. Pensar en un bien común para salir de situaciones tan complicadas como la que todavía se está atravesando. Nada de individualismos, sino gente que entiende su vida como valedores de la atención y el cuidado del ciudadano. Para lo que están.
Sin embargo, como explica el coronel, aunque sea una labor que se entiende como parte del uniforme, no siempre es fácil. Y con una pandemia encima no lo ha sido. Los militares, como otros profesionales, tuvieron que adaptarse de la noche a la mañana a una nueva situación y garantizar el cumplimiento de las condiciones que exigían las medidas de protección y seguridad. Además no podían dejar de lado otras tareas fundamentales que son necesarias para que todo el mecanismo funcione.
Los miembros de las Fuerzas Armadas han realizado más de 20.000 intervenciones en todo este tiempo y han acudido allí donde se les ha llamado y necesitado. Sin mirar el riesgo que suponía para ellos mismos. Lo entrenan. Lo asumen. Lo entienden. Pero eso no significa que no haya que valorarlo y agradecerlo porque, como decíamos, cuando la soga aprieta no todo el mundo está para ayudar a los demás. Y ellos nunca fallan.