Que el verano no nos tome por sorpresa
Las imágenes vividas ayer en las playas de la provincia son una llamada de atención sobre la importancia de establecer controles de aforo
Toda esta pandemia del coronavirus, que se va alargando más de lo que hubiéramos pensado en la primera semana de marzo de 2020, nos ha enseñando muchas cosas. Entre ellas está la de que lo más prudente, en una situación de crisis sostenida, es prepararse ... siempre para el peor de los escenarios, porque, parodiando las leyes de Murphy, si algo puede ir mal, irá mal. Pese a la positiva evolución del virus en las últimas semanas en España y a la rapidez de los procesos de vacunación, no hay que bajar la guardia hasta que el virus haya sido completamente controlado, porque confiarse en que la inercia de los datos nos llevará sin esfuerzo a una solución fácil es como cerrar los ojos mientras se conduce por la creencia de que se conoce el camino.
El buen tiempo parece haber tomado por sorpresa a buena parte de los ayuntamientos gaditanos, que tienen sus planes de actuación de cara al control de los aforos en las playas a medio hacer o «en proceso», un eufemismo inaceptable cuando lo que está en juego es la seguridad tanto de los vecinos como de los visitantes.
Las imágenes de ayer, aún a mediados de mayo, hablan por sí solas. La población tiene ganas de playa, de diversión, de recuperar un poco de normalidad. Una población, es justo reconocerlo, que ha cumplido con las normas cuando se les han mostrado de manera clara. Cuando se ha indicado que no se podía salir, salvo bárbaras excepciones, las calles han quedado vacías; cuando se hizo obligatoria la mascarilla, todos la vistieron; cuando se ha limitado el aforo, se ha hecho cola para esperar el turno. Sin embargo, lo que es inconcebible es que se deje al albur del ciudadano la permanencia en un lugar, sin que éste sepa a qué normativa atenerse.
No valen las excusas ni las improvisaciones. Casos como el de Chiclana, donde se ha realizado un pormenorizado plan de ocupación de playas en función de días, mareas y capacidades de los arenales, son la mejor prueba de que hay instrumentos y tecnología, sólo faltan ganas y compromiso de trabajo. Mientras, en lugares como Cádiz, no sólo no se ha definido el plan de actuación, sino que no se prevé que haya policía en la playa. El ciudadano, tras tanto sufrimiento, no se lo merece.
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