Verano, fin de alarma y relajación
Abandonar medidas y hábitos preventivos sería un error que puede costar aún más vidas, más dolor
![La Voz de Cádiz: Verano, fin de alarma y relajación](https://s2.abcstatics.com/media/opinion/2020/06/20/v/cadiz-coronavirus-x-k4KG--1248x698@abc.jpg)
Coincide con el inicio del verano y el corazón de la provincia de Cádiz es muy veraniego. Es una etapa que forma parte de nuestra vida, de la playa a la hostelería, de los reencuentros familiares a la mejor etapa de convivencia con los niños ... y los mayores. Pero el comienzo de la etapa estival –que meteorológicamente se produce hoy– viene precedido por la peor epidemia que se haya conocido en el mundo en un siglo y que le ha arruinado la primavera a medio planeta. El otro medio, mientras, observaba confinado y asustado. Puede considerarse un accidente natural, inevitable, que se ha reproducido a lo largo de los siglos y no es nuevo si se contempla con perspectiva histórica, pero de un suceso de tanto alcance conviene sacar conclusiones, poner todas las medidas preventivas posibles para reducir las opciones de que se repita. No valen relajaciones, teorías de la conspiración ni bravuconadas de barra de bar. Esto va en serio. Esto da miedo y no se ha acabado. Ni se acabará en mucho tiempo.
De ahí que el arranque del verano, y su coincidencia con el final del Estado de Alarma, mañana, se convierta en un arma peligrosa en manos de irresponsables e imprudentes. En Cádiz, y en otros lugares, durante muchas semanas, se está jugando con fuego a la hora de relajar unas medidas preventivas que, en muchos casos, han llegado para quedarse mientras avanzan todas las actividades posibles. La precipitación, las prisas, la inconsciencia y el amateurismo de los predicadores de teorías, cuando no la picaresca, complican todas las herramientas de seguridad e higiene a las que están obligados todos los ciudadanos, todos los negocios, todos los servicios y todas las instituciones. Probablemente, y como mínimo, durante lo que queda de año. Algunos vecinos, algunos locales, algunos dirigentes, tienen mucho que mejorar, mucho que revisar, mucho que mostrar como ejemplo pero son los menos. Nos jugamos tanto que resulta enorme cualquier margen de dejadez. Sin embargo, en los que ven la oportunidad de epatar, asustar o hacer caja, los escrúpulos bajan, el desconocimiento sube y el peligro se dispara. Lo peor de los pocos inconscientes y aprovechados es que difunden el temor y el riesgo a todos. Manchan con sus malas prácticas a una comunidad que ha sufrido como nunca y debe aprender para siempre.