Los vecinos dan una lección al populismo
Residentes de un barrio ponen nombre a una calle ante la desidia municipal mientras los cambios ideológicos del nomenclátor siempre son inminentes
Resulta irónico, además de sintomático, que un grupo de vecinos, una parte del pueblo de Cádiz, le haya mostrado un ejemplo de soberanía popular a un Gobierno local marcado por el populismo. Una parte de la gente, de un barrio, le ha dado una lección ... a un Ayuntamiento que ha utilizado, a su conveniencia, las palabras «gente» y «barrio» hasta deformarlas en interés propio. Hasta vaciarlas de contenido por la ambición política de un grupo de concejales y asesores. Esta obsesión, con fondo propagandístico y sectario, se muestra en gestos vacíos, en medidas que no suponen nada para los ciudadanos en su vida cotidiana pero también en los retrasos voluntarios.
Este Gobierno local se ha caracterizado por guardar en un cajón los acuerdos plenarios por los que no siente entusiasmo. Como si no fueran igualmente legítimos, soberanos, esos mandatos. La prueba de este vicio antidemocrático está en el nomenclátor. Los cambios de nombres, o retirada de reconocimientos, que han impulsado el alcalde y sus concejales, siempre con una intencionalidad ideológica, han sido de inmediata aplicación. Ya conocen el listado. De Formica y los Carranza hasta Pemán, sobre todo, con escala real en Juan Carlos I. Calles, estatuas, placas, teatros, avenidas... Desde el principio de los dos mandatos posteriores a Teófila Martínez, ha sido una tendencia, una tara política manifiesta. Esos cambios se han realizado a la prisa, con ruido, con publicidad, con histrionismo de mal actor. Porque los cambios eran un mensaje de persecución ideológica. Cuando se trata de mensajes que no se comparten, o no importan, ese ruido, esa prisa, se convierte en desidia y retraso crónico. Es lo que ha sucedido en Guillén Moreno, donde los vecinos han dado una lección al Ayuntamiento al dar un paso al frente para elevar a la realidad una iniciativa popular ante el silencio municipal. La asociación se ha cansado de pedir, incluso con cientos de firmas, una calle para Alfredo Díaz, querido farmacéutico del barrio que falleció en los primeros meses de Covid.
Un año después seguían sin respuesta municipal. Cansados de esperar y ver cómo se aplicaban inmediatamente esos otros cambios, ideológicos, en el nomenclátor pero no llegaba el popular y vecinal, el de Alfredo, se han puesto a la tarea de renombrar una calle del barrio de manera informal. Un gesto pero no una anécdota. Muestra lo lejos que puede estar el populismo del pueblo.