EL APUNTE
El valor de una alumna centenaria
Carmen Carrillo sabe, como nadie, lo que supone la distinción de la UCA y por eso la dedicó «a todas las mujeres»
La polaca Marya Saloméa Skolodowska emigró a Francia para poder estudiar en La Sorbona porque en su país impedían a las mujeres asistir a la universidad. Unos años más tarde, y ya con el nombre de Marie Curie, fue la primera mujer contratada como profesora ... en la prestigiosa institución francesa. Además, ganó dos premios Nobel por descubrir dos nuevos elementos químicos (el radio y el polonio) a principios del siglo XX. Biografías como la de Curie –mil veces reflejada en la literatura, el cine y la televisión– representan los esfuerzos y sacrificios de las mujeres por ser, no ya reconocidas, incluso admitidas en determinadas instituciones esenciales para su desarrollo social, académico, científico, industrial o económico de sus capacidades. No en vano, cuando nacieron mujeres que ahora tienen un siglo ni siquiera tenían derecho a voto en la mayoría de países democráticos del mundo. Esas pioneras –celebérrimas como Curie o anónimas como han sido tantas en Andalucía, España y Europa– forman la base sobre la que la sociedad ha cimentado el cambio progresivo, e inconcluso, hacia la justicia. Es un avance imparable, a menudo demasiado lento, hacia la igualdad de oportunidades de la mitad de los integrantes de la humanidad. Las mujeres, antiguamente alejadas a la fuerza de los círculos del conocimiento, son ahora la punta de lanza en ámbitos en los que antes no eran bienvenidas. De hecho, son mayoría en las aulas universitarias hace ya varios lustros en numerosas disciplinas. Falta que esa misma proporción se traslade a los puestos directivos de la empresa privada y de la administración pública. Todos esas luchas las puede encarnar una sola persona, centenaria y alumna, luchadora y ejemplar, perseverante e inspiradora. María del Carmen Carrillo Domínguez ya es Egresada de Honor de la Universidad de Cádiz, con la Insignia de Oro. La entrega de ayer, presidida por un rector emocionado, supone la primera concesión de tal honor a un estudiante de la UCA. Imposible encontrar más méritos. Consciente del simbolismo, María del Carmen Carrillo ofreció, «agradecida» este gran «reconocimiento a todas las mujeres», sobre todo a las que pudieron votar por primera vez cuando ella cumplía 12 años (en 1933) o a las que sólo formaban el 10% del alumnado de formación superior en aquella década.